ADVERTENCIA: Si lo único que te interesa de Japón son los tebeos, los videojuegos y los teléfonos móviles, ya puedes ir alejando tu desagradable trasero de este blog, porque no eres en absoluto bien recibido. Este es un blog sobre pordioseros, edificios asquerosos, viejas con forma de ele y resacas brutales con sake de pésima calidad.

jueves, 19 de febrero de 2009

CURIOSIDADES Y DATOS GEOGRÁFICOS Y ESTADÍSTICOS SOBRE OSAKA

Mi Comunidad Autónoma en Japón se llama Kansai (関西). Aunque se trata de probablemente de la región con más historia, cultura y lugares interesantes de Japón (si es que eso es posible), y me siento más orgulloso de ser de Kansai que de ser japonés, Kansai carece en realidad de rango oficial, pues la división administrativa del país está está organizada a partir de unidades más pequeñas En realidad yo pertenezco a Osaka-fu (大阪府), que sería como el área metropolitana de Osaka, aunque espero hablaros de las excelencias de Kansai en futuros artículos.

Una de las particularidad de Osaka se comprueba mirando el mapa rosa de la derecha en este link. La ciudad en sí se limita a la parte rosa oscura del mapa, y su población es de sólo dos millones y medio de habitantes. Es decir una ciudad grande pero sin pasarse, más o menos a medio camino entre Barcelona y Madrid. Sin embargo, si le sumamos a Osaka todo lo que tiene alrededor, tenemos una ciudad bien diferente. De hecho, todas las localidades que en el mapa están en rosa claro alrededor de Osaka ciudad (大阪市) forman el áerea metropolitana, que es de hecho varias veces mayor que la ciudad en sí. Se trata de localidades independientes (más bien grandes, incluso algunas de ellas de más de un millón de habitantes) que funcionan como ciudades dormitorio y que se yuxtaponen las unas a otras apretujándose caóticamente entre sí, dando la sensación de que no cabe nada más, ni siquiera una miserable aldea, en esa sorprendente aglomeración macabra.

De hecho, toda la zona a varios centenares de kilómetros alrededor de Osaka, excepto el mar y la cima de las montañas, está urbanizada sin orden ni concierto alguno y sin que se cuenten demasiados parques o jardines de un tamaño más o menos decentes. La falta de espacio es tan grande que tanto el aeropuerto de Kansai como el de Kobe están construidos en sendas isla artificial en medio del mar, y unidos a la ciudad por varias líneas de metro, tren y autobús. Si toda esta conurbación de Osaka-Kobe, formara una sola ciudad, estaría entre las 20 más pobladas del mundo. De hecho, antes de la crisis de la burbuja japonesa de los años 80, se dice que sólo ocho países del mundo tenían una economía más grande que el área metropolitana de Osaka.

El metro de Osaka ya es el octavo más utilizado del mundo (y eso que incluye sólo a 8 de las 30 lineas que existen en la ciudad). Pues aparte del metro municipal, existen otras 8 compañías de tren privadas que tienen sus propios trenes, sus propias vías y sus propias estaciones, y que atraviesan la ciudad y sus alrededores por bajo tierra, por encima del nivel del suelo, y también al nivel suelo. La red de ferrocarriles de cercanías y de metro Osaka y la de Kobe se juntan con las de Kyoto y las de Nara hasta formar una especie de telaraña monstruosa en la que es difícil saber mirando el mapa incluso en qué ciudad te encuentras, ya que además no existe una estación central sino cientos de estaciones pertenecientes a barrios y ciudades distintos del centro y de la periferia de todas esas ciudades, cada estación con un nombre particular que no incluye el nombre del término municipal en el que se encuentra.

Si bien a simple vista es una ciudad monstruosa, con una arquitectura pésima, un aire casi irrespirable, y sin apenas zonas verdes o actividades callejeras lúdicas gratuitas, un examen más minucioso nos revela una urbe vibrante y atractiva para quien sepa mirar. Además de que sus habitantes son considerados mucho más amables y abiertos que el resto de los japoneses; la vida nocturna, la gastronomía y la animación callejera de la ciudad son todas ellas dignas de elogio. Además, la ciudad destaca también, cosa que nunca me cansaré de repetir, por la gran calidad de sus antros raros y personajes estrafalarios. Pero sobretodo, muchas ciudades europeas presumen de centro histórico cuando en realidad lo que tienen son decorados de películas de época salpicados de franquicias estúpidas en los que no vive nadie y que sólo sirven para el disfrute de los turistas idiotas que vienen a la ciudad. Osaka, por su parte, carece totalmente de centro histórico, pero en su lugar dispone de un comercio local de primera calidad, con tiendas de barrio amontonadas entre sí por todas partes, incluso en las zonas más céntricas. Muchas de las cuales venden un sólo producto desde hace decenas de años, otas no han cambiado la decoración en décadas, otrasvenden productos que sólo existen en esa tienda y otras son regentadas por señoras ancianas que ya eran ancianas cuando abrieron el negocio hace más de cuarenta años.

Un segundo atractivo de Osaka, que por lo divertido de sus gentes y por ser el núcleo central de la región con más atractivos turísticos del país podría ser comperada con Sevilla; pero que por la calidad de su gastronomía y por su fealdad en sí sería una especie de Bilbao, es precisamente que sirve como núcleo para descubrir la región rica en historia y en lugares turísticos de Japón: Kansai, con lugares maravillosos como Kyoto, Nara, Koya-san o Himeji y otros que no aparecen en las guías. De esa región, y de todos esos lugares interesantes, hablaremos en próximos reportajes.

miércoles, 18 de febrero de 2009

EL MEJOR MINISTRO DE ECONOMÍA DE LA HISTORIA

Esta semana tocaba artículo sobre los papeos, tema por supuesto interesantísimo, pero no puedo resistirme a la tentación de escribir aunque sea unas líneas sobre mi ministro de Economía, un nuevo motivo de orgullo. Ya sé que me tenéis envidia, mi ministro de economía se taja, y el vuestro o no se taja o bien tiene miedo de hacerlo en público.

El mismo día en que se anunciaba la peor recisión en Japón prácticamente desde que hay registros. Básicamente no creo que sea culpa de este señor y tampoco me alegro de la crisis. El capitalismo es pésimo en todas partes, y como llevo diciendo en el Chino Muerto, la peor amenaza para la raza humana, ahora que Ramoncín ya no se dedica a la música.

Pero mientras el capitalismo occidental, especialmente el que tiene su centro en Londres, y también el norteamericano (y no digamos ya el valenciano), han degenerado hasta convertirse ya en un fenómeno esencialmente especulativo y parasitario; pues no producen nada útil y centran su estrategia en dominar los medios para utilizarlos para convencer a la gente para que deje de practicar actividades que sirven para algo y se dedique simplemente a comprar cosas que carecen totalmente de utilidad, el capitalismo japonés intenta siempre inventar cosas que sirvan de algo, que añadan nuevo positivo a la vida de las personas y que triunfe así en los mercados de todo el mundo.

Se trata de ideas sencillas pero geniales, como por ejemplo de las nuevas consolas de Nintendo, que en vez de centrarse sólamente en juegos incluyen programas educativos que ayudan a las personas a conseguir sus objetivos en la vida, como aprender idiomas, saber las rutas de senderismo que hay en una comarca determinada, superar un complicado examen de acceso a la universiad, aprender a hacer pizzetillas tan bien como el Profeta Azul, o confeccionar sandwiches británicos.

Ideas sencillas y geniales como fabricar coches no más grandes y más ruidosos sino coches que gastan menos gasolina y se estropean menos; duchas en las que te puedes duchar sentado; latas de sake que puede ser comprada en cualquier tienda de la esquina por menos de un euro y bebidas tranquilamente en la calle al volver del trabajo; corrientes de agua medicinal que fluyen por debajo de la tierra a temperaturas elevadas y que salen a la superficie en el centro de la ciudad para que puedas meter tus pies o tu cuerpo entero cuando vas pirulando por la calle muerto de frío; un tren como el Shinkansen que comunica las mayoría de las ciudades importantes del país con la frecuencia y puntualidad de una línea de metro; mi diccionario electrónico inglés-español-japonés al que incluso le puedes dibujar directamente los kanjis y te los traduce; o candados como los de las bicicletas niponas, que van incorporados en el diseño de la bici y que por lo tanto no se quedan amarrados a una farola cuando ésta es robada.

Los capitalistas japoneses invierten gran parte de sus edificios no en comprar coches de empresa como en España ni por supuesto en jets privados como los "nuevos dioses" de las finanzas americanas sino en investigar para crear productos nuevos con los que vender más que sus rivales.

A nadie se le ocurre, por ejemplo, pensar que se va a hacer rico sin trabajar porque su casa va a valer el triple dentro de diez años, así, por arte de magia, que es la idea que parece haber movido a los votantes españoles en los últimos años.

Pero el caso es que debido a la crisis internacional, la economía japonesa se está yendo a pique, pero mientras en Europa y Estados Unidos la crisis se debe simplemente a la avaricia y a la estupidez no sólo de los propios capitalistas sino también de la gente en general, en Japón el problema es que la gente de los otros países ya no tiene pasta para comprar nintendos ni toyotas, así que mientras que el futuro de Europa es el de convertirse en un mero parque temático para los turistas rusos y chinos, en Japón acabarán fabricando productos que puedan servir de algo a quien sea que tenga la pasta en el futuro, por lo que supongo que a la larga les irá mejor.

De cualquier manera, ya se trate de Japón o España, hasta tal punto han degenerado nuestras democracias que resulta irrelevante quién sea el ministro de economía. Da igual que se trate de una tía buena en topless, de un pordiosero que responidera a las preguntas de los periodistas gritando furioso consignas neonazis, o de un tipo que se taje en las reuniones del G7. Aunque los hay, por supuesto, que prefieren a Solbes, yo me quedo sin duda con el tipo que se taja.

Pues ocurre que, el mismo día que se comunican los peores resultados económicos japoneses de la historia moderna, aparece el ministro totalmente doblado en una cumbre internacional de los países más ricos del planeta. Sencillamente genial. Es de esas cosas que hacen a uno sentirse orgullo de haberse vuelto japonés.

Aunque Rie me explicó que desde hace tiempo ya se sabía que ese ministro es aficionado al sake, y que ha aparecido varias veces chumando en ocasiones conmemorativas, la excusa de que había tomado pastillas que le habían hecho efecto al ser mezcladas con el vino de la cena es una excusa tan estúpida y pueril que probablemente sea cierta.

Pero lo importante del caso es que nos permite reflexionar sobre el consumo de alcohol en Japón. El señor Nakagawa pertenece a esa generación de japoneses de 40 o 50 años de edad cuya existencia de lunes a viernes se limita en currar quince horas al día, tajarse a toda velocidad al salir del trabajo, hacer un poco de sueling y volver al trabajo a la mañana siguiente. Es un espectáculo subir a un tren en una ciudad como Osaka a las 7 o las ocho de la tarde, con miles de tipos trajeados haciendo olor a alcohol.

Me estaba dando cuenta que la presencia del alcohol se hace presente en todos los ámbitos. Por ejemplo, en el libro que se estudia en mi escuela para aprender el vocabulario, cada capítulo va dedicado a una temática distinta de la vida cotidiana en Japón, y durante ese capítulo se aprenden las palabras relacionadas con tal o cual tema, como por ejemplo, las tareas domésticas o la cocina, siempre en un tono neutro y más bien amariconado, protagonizado por unos muñecos bastante infantiloides. Pues bien, uno de los capitulos que más sorprende de ese libro es que hay un tema dedicado a las tajas.

Después de varios capitulos anodinos sobre el jardín, la naturaleza y los trenes, los protagonistas organizan una taja en casa. No una fiesta normal en la que entre otras cosas se consuman unas cuantas cervezas sino, una taja de verdad, lo que se dice "beber por beber", beber para tajarse. En ese tema se presenta todo el vocabulario propio de estas ocasionas, e incluso de la mano de uno de los protagonistas, que está apoyado en la barra con cara de encontrarse a punto de vomitar, podemos aprender cómo se dicen en japonés tirar la cerveza al suelo, estar mareado, estar dobaldo, tener resaca, y todo el vocabulario típico de las tajas.

En otra ocasión, en la clase de gramática, entre las típicas frases solo para aprender que aparecen en el manual que estudiamos a diario, frases del tipo: "Matsumotosan da un CD a Tanakasan". "Tanakasan recibe un CD de Matsumotosan", etcétera, descubro que no sólo el ministro de economía, sino también el Matsumotosan de los ejemplos políticamente correctos también se dobla. Y no sólo eso !se suele beber más de 20 cervezas en cada taja! La frase en cuestión era:

-¿Sólo 20 cervezas? Matsumoto se suele beber más de 20.

Con lo que ya hay dos tipos aparentemente anodinos que de repente me caen bien.

Las siguientes fotos son de la quema de la montaña de Wakakusayama, festival que se celebra cada año en Nara, maravillosa ciudad habitada por ciervos que deambulan libremente por sus jardines públicos, y antigua capital japonesa que cuenta con ocho edificios patrimonio de la Humanidad, a sólo 45 minutos en tren de Osaka. Dentro de poco haré un reportaje sobre mi Comunidad Autónoma, sin duda una de las mejores del mundo.



lunes, 2 de febrero de 2009

PAPEOS EN JAPÓN (PRIMERA PARTE)

Ningún blog sobre Japón que se precie puede dejar de hablar sobre los papeos, y de hecho éste es un artículo que tenía pensado escribir desde que llegué a este país, pero que hasta ahora no me había animado a hacer por la gran cantidad de cosas interesantes que he ido descubriendo desde que llegue. No obstante, como últimamente percibo bastante interés al respecto por parte de los lectores, y además es un asunto que me apasiona, una fotito de esas maravillosas latas de sake que se venden en cualquier tienda de conveniencia de Japón (en realidad se trata de botellas de vidrio con forma de lata, pero para el caso es lo mismo). Mi último descubrimento es que en las tiendas de todo a 100 yenes también venden latas de este tipo, y pese la calidad es discutible el objetivo de todo esto no es más que una taja cómoda, rápida y accesible, por lo tanto bienvenidas son.


También hay que destacar que la cerveza Strong que bebo -porque por el mismo precio de una chela normal taja casi el doble porque tiene 7 grados-, acaba de sacar una versión cero, que paradójicamente no es cero de alcohol sino de azúcar, pues de alcohol es todavía más strong que la anterior, ( ahora 8 grados ). El único pero es que la strong cuesta nueves yenes más, 148 frente a los 139 de la strong normal, y está igual de asquerosa, así que invito a los lectores a que resuelvan esa sencilla ecuación y me digan si me sale más rentable, en cuanto a unidades de alcohol por yen invertido, tajarme con la strong cero o con la strong normal. Entre los acertantes sortearemos una strong. En serio.

Los papeos. Parte de la parte de la belleza de un viaje a Japón es la calidad de sus papeos. Y no sólo es un placer la gran cantidad de sabores y texturas inimaginadas que se van descubriendo en cada momento (de hecho hay veces que ni siquiera sabes si lo que estas comiendo es carne, pescado o verdura, pero siempre está todo de maravilla). Otro de los grandes placeres es la gran variedad y calidad de tugurios es los que estos papeos son degustados. Mucha gente tendrá la imagen de Japón como un país elegante y refinado. Lo que nadie se imagina es que en realidad los sitios de papeo y chumeo de Japón, por lo menos en Osaka, son en su mayoría auténticos antros.

Como ejemplo, uno de mis barrios preferidos de la ciudad, el de Tusruhashi (鶴橋). Ese lugar destaca porque, al haber dos estaciones de tren una encima de otra, (cosa por otro lado absolutamente normal en Osaka), resulta que entre ellas, en especial debajo de las vías de tren, se entrecruzan innumerables pasillos estrechos y oscuros llenos de restaurantes y tiendas de comida coreana apretujados los unos contra otros; unos pasillos que harían parecer al zoco de la más caótica ciudad egicpcia o jordana el más refinado centro comercial parisino. Como una de las especialidades de los coreanos es la carne a la parrilla (puesta a macerar con antelación en una maravillosa salsa dulzona, típica de ese país), la estación de tren de Tsuruhashi, a la hora de la comida y de la cena siempre huele a carne a la brasa, es probablemente la estación del tren que mejor huele de todo el mundo.

Todas las tardes paso por esa estación, con los auriculares puestos y la radio a todo volumen para protegerme del bombardeo acústico innecesario al que son sometidos los usuarios de los trenes japoneseses, y con los ojos fijos en mi libreta podrida para estudiar el complicado vocabulario japonés, en gran parte de origen chino. Aún así, sólo por el olor, adivino siempre cúando estoy pasando por Tsuruhashi. Sólo me imagino algo parecido. Una estación de tren en Italia que estuviera llena (o rodeada) de pizzerías al forno de legna, o algo así en Segovia o Arévalo con respecto al cochinillo. Tsuruhashi: la única estación de tren a la que apetece darle bocados: .

Por cierto, hablando de papeos coreanos, otra especialidad de ese país pero que tiene gran difusión en Japón: el nabe. Se trata de una cazuela (eso es lo que nabe significa) que se queda hirviendo en el centro de la mesa y a ella se van arrojando cosas (verdura, carne, especias), que luego cada persona va recogiendo con palillos y llevándose directamente del plato a la boca. La foto corresponde a un nabe en casa de Ri, uno de los mejores nabes que he probado hasta ahora.



Volviendo al tema de los antros estrechos, valga este par de fotografías para ilustrar el tema.




Se trata de un ejemplo extremo, pero ni mucho menos aislado (de hecho sitios como este están por todas partes, en especial dentro de las estaciones de tren), en el que por falta de espacio incluso las puertas han sido suprimidas y las paredes sustituidas por cortinas que aseguran un mínimo de privacidad en medio del maremágnum. Por cierto, dentro de las estaciones de tren, como se aprecia ligeramente en la fotografía, peatones circulan por la izquierda y a toda velocidad, con lo cual a veces meterte en un antro de este tipo o cambiar de sentido porque sí es tan complicado como cuando vas en coche. De hecho, al describir trayectorias aparentemente absurdas y hacer paradas inesperadas suelo porvocar choques entre los que vienen detrás de mí, cosa que Rie siempre me recrimina pero quie me cuesta evitar.

Aunque en la mayoría de los restaurantes sí que puedes sentarte, la amplitud suele ser parecida al de la fotografía. Además, la cocina y la barra no están separadas sino que forman un espacio único, de reducido tamaño, justo delante de los comensales, que pueden contemplar perfectamente como su comida es preparada delante de sus narices.

Nada comparable en las noches de invierno a meterse en un cualquier antro de Osaka y disfrutar por un precio siempre asequible de la maravillosa cocina japonesa, que se sirve casi hirviendo y que se acompaña en todos los casos de vasos de agua fresquita o té caliente; los cuales, a su vez, se ofrecen gratuitamente (no como esos restaurantes españoles ladrones que parece que vivan de las bebidas que venden a precios abusivos).

Además, la variedad y riqueza de la comida de este país es inimaginable. Para los que tengan la imagen estúpida de que en Japón se come sólo pescado crudo, basta decir que la japonesa es considerada como la más variada del mundo. Y no sólo eso, sino que también, como los japoneses son expertos en copiar inventos extranjeros (los palillos japos son una copia de los palillos chinos, pero al acabar en punta, mucho más fáciles de manejar; los teléfonos móviles son un invento finlandes al que los japos añadieron las chorraditas de la cámara, etc. y así sucesivamente...) la mayoría de los más conocidos platos europeos y mundiales están disponibles es Japón a una calidad más que aceptable.

Esa es otra, al contrario que naciones sin apenas cultura propia como la británica, que cuando adaptan comidas extranjeras demuestran siempre una brutal falta de tacto, los japos adaptan la comida extranjera de manera bastante respetuosa. Hace poco comí en un italiano del centro con Rie, y mientras los rascacielos de alrededor eran verdaderas horteradas sin gusto, y la galería comercial subterránea en la que estaba ubicado tenía el suelo empedrado como para hacer creer que se trataba del centro histórico de una ciudad europea, la pizza estaba tan buena como cualquier restaurante de Valencia (y mucho más barata). Y no había ninguna burrada tipo pizza de sushi o de washabi, mientras que los anglosajones han hecho atrocidades no sólo en los países a los que han brutalmente invadido y colonizado, sino también en su propio territorio con ejemplos como la pizza de barbacoa o la de curri. (La única cosa que he encontrado parecida en Japón es el bocadillo de tallarines, pero por ahora sólo lo he visto en alguna estantería aíslada del supermercado y no se lo he visto comer a nadie ).

A diferencia de España, donde los restaurantes ofrecen siempre cierta variedad de comida, cada lugar se especializa en cuatro o cinco variaciones sobre el mismo tema, con lo cual hacen pocas cosas pero muy bien y barato. En la segunda parte del artículo sobre tugurios japones ofreceremos una pequeña descripción de cada uno de los tipos que existen. El único pero de esos lugares es que, mientras la calidad es generalmente altísima, la cantidad suele ser bastante justa, como el precio es reducido siempre puedes pedir el doble para disfrutar de verdad y reventar como un cerdo.


El sandwich británico japonés. Aunque aún falta la opinión del Pordiosero, lo que podemos decir por el momento es que, como esos acertijos zen aparentemente indescifrables cuya solución proporciona el estado de "iluminación", el sandwich japonés, como se aprecia en la imagen, carece de principio y de fin y es, por lo tanto, ilimitado y anterior y posterior al universo. ( Y además el precio es más ajustado que su equivalente europeo.)

El helado de té verde amargo (抹茶), también participa en la expresión de los conceptos originales de la filosofía oriental, con un sabor infinitesimalmente dulce, que combinado con el sabor amargo del té verde, provoca constantemente el apetito sin llegar a saciarlo nunca, lo cual es la mayor metáfora del universo que se haya inventado nunca.