ADVERTENCIA: Si lo único que te interesa de Japón son los tebeos, los videojuegos y los teléfonos móviles, ya puedes ir alejando tu desagradable trasero de este blog, porque no eres en absoluto bien recibido. Este es un blog sobre pordioseros, edificios asquerosos, viejas con forma de ele y resacas brutales con sake de pésima calidad.

lunes, 27 de abril de 2009

MERAVELLES DE KANSAI: AWAJI SHOTENGAI


Aparte de la casa y el puesto de trabajo de cada persona, y el tren que les lleva cada día del uno a l otro, el shoutengai es probablemente uno de los entornos urbanos más comunes en los que se desarrolla la vida diaria del 99 por ciento de los japoneses. Un shotengai es el equivalente japo a la plaza mayor o del pueblo en las ciudades mediterráneas o al zoco o bazar de las ciudades árabes.

Para entender bien el shoutengai hay que imaginarse un poco como son los barrios normales de una ciudad japonesa. En las ciudades anglosajonas hay un núcleo central con edificios altos donde están la mayoría de las tiendas; el resto, el 95 por ciento de cada ciudad o barrio, es una sucesión de casas unifamiliares con jardín, todas iguales, que van formando a su vez calles prácticamente iguales en las que apenas existen tiendas de barrio ni vida comunitaria alguna excepto un centro comercial cada x lkilómetros. La ciudad mediterránea sería lo contrario, todo es centro, todo es edificios altos y tiendas de barrio por doquier.

La ciudad japonesa es una cosa intermedia entre ambas. En los barrios obreros se combinan casas unifamiliares (pero sin jardín), hechas o bien de madera o de basura reciclada, con apartacas feos de varios pisos de altura. Estos barrios son muy tranquilos comparados con un barrio estándar de una ciudad española. Apenas pasan coches y la gente pasea en bicicleta o andando por enmedio de la calles. Aunque a diferencia de las ciudades inglesas o yanquis sí que hay tiendas de barrio, suelen estar bastante dispersas, más o menos una sola tienda por cada manzana de edificios, nunca una tienda en cada puerta como en España.

Como la mayoría de los estudiantes y trabajadores japoneses van siempre con prisa y se desplazan de casa a la estación en bicicleta y de la estación al trabajo en tren, la mayoría de las tiendas de un barrio determinado se concentran en torno a la estación, formando los llamados shotengais.

Shoutengai 〔商店街〕 es básicamente una calle comercial cubierta, en un barrio popular, que discurre normalmente en paralelo o más comúnmente en perpendicular a la estación de tren del barrio, atravesando las vías normalmente por debajo de éstas y quedando así dividido en dos partes principales.

Deben de existir miles de shotengais en todo Japón, pero todos parecen a simple vista prácticamente iguales. Se trata de una especie de galería comercial que en algún tiempo fue una calle normal pero que en un momento dado, al construirse la estación al lado, adquirio protagonismo, se lleno de tiendas apretujadas las unas contra las otras, y a alguien se le ocurrió ponerle un techo y peatonalizar el suelo.

El ambiente de los shotengai suele ser bastante parecido en todo el país. Cada barrio de Japón o pueblo de a partir de unos 5000 o 10000 habitantes tiene su shoutengai. La mayoría de los comercios son populares, pequeñas tiendas especializadas en un sólo producto, pero éstas conviven con algunas franquicias nacionales e internacionales y algunos edificios de interés general como supermercados, oficinas de correo e incluso bancos. Alrededor de los shotengais, según el espacio urbano, suele haber grandes aparcamientos para bicis, a los cuales en este blog nos gusta llamar “bosques de bicicletas”

El ambiente es totalmente popular y castizo. Aunque al final todos los japoneses de cualquier estrato social acaban cruzando un shotengai al menos un par de veces al día, predominan los personajes auténticos de la vida cotidiana, gente de clase trabajadora. Viejos, inmigrantes, señoras que regentan sus propias tiendas, jóvenes aspirantes de yakuza, pequeñas lobas de arrabal, algunos tipos de aspecto más bien sospechoso y sobretodo personas mayores.

Aparte de cierta suciedad que van dejando los camionetas de distribución que reparten la fruta, el pescado y los otros productos de los que se abastecen las tiendas, y aparte de las abundantes marcas que se van creando por el roce que los neumáticos de las miles de bicicletas que atraviesan cada hora estas galerías comerciales, los shotengais son lugares muy limpios si tenemos la gran actividad comercial que en ellos se desarrolla. No obstante, la estética de los shotengais es más bien fea, con un urbano raído, oxidad y desgastado que recuerda a los años 60, con un toque yanqui y otro japonés hortera. Además, muchas de las tiendas que predominan en cada shotengai son extremadamente cutres y parecen haber sido construidas utilizando como único material pura chatarra.

Feo y hortera pero con dignidad, más bien una fealdad de clase trabajadora castiza a lo japonés. Una fealdad muy alejada de esa estética como de parque temático mezclada con supertecnología que a menudo se vende al hablar de Japón .

No suelen ser apenas peligrosos, pero sobretodo en las partes más cercanas a la estación, los shotengais generan ramificaciones en forma de siniestros callejones, oscuros túneles y pasajes sombríos en los que se concentran tiendas de muy mala muerte y fritangas que producen una impresión pésima, pero se trata sólo de eso, de una impresión.

Sin duda el mayor atractivo de shotengais es el comercio de barrio y la asombrosa cantidad de tiendas de especializadas, en su mayoría regentadas por gente mayor, que perduran hoy en día. Junto a los negocios anodinos como los McDonalds, los conbinis y las entidades bancarias, tiendas que sólo venden un producto, o ningún producto, o una sóla variedad específica de un producto, hecho a mano. Una de mis preferidas es una tienda de Awaji shotengai en la que una vieja vende sólo un dulce típico japonés, (que hace ella misma cada mañana en la propia tienda utilizando unos extraños artefactos que parecen sacados de un taller de la edad Media); dulce que sólo está disponible en sólo dos versiones: sabor cereza y sabor té japonés.

Tiendas en la que no se entra, porque la tienda en sí no es más que un taller o cocina con un mostrador que vende directamente a la calle lo que se produce dentro; tiendas que sólo son una mesa sobre la acera vendiendo una sola mercancía; puestos de venta informal de comida regentados por marujas, tiendas de papeo chino en el las que por falta de espacio el cocinero prepara la comida directamente encima de la barra y se echa un pitillo de vez en cuando; tabernas de mala muerte de menos de un metro de ancho; restaurantes en las que no hay separación entre cocina, barra y mesas, y el humo de la cocina va directamente a los ojos del cliente, tiendas construidas con trozos de otras tiendas; tiendas debajo o encima o dentro de otras tiendas.


Y por supuesto, la tienda que no puede faltar nunca, la estrella de todo shotengai que se precie: el Pachinko. El único negocio japonés cuyos beneficios aumentan en las épocas de crisis económica. El único negocio de la ciudad donde cada mañana hay una fila de parados y de jubilados en la puerta esperando a que abran pese a que luego todo el mundo se pasa el día quejándose de la crisis e insultando a Aso.

El Pachinko es un invento japo que consiste en una especie de tragaperras (por lo que se ve sumamente adictivo) que en vez de dar pasta da regalos. El motivo es que en Japón el juego con dinero está prohíbido (de hecho no existen casinos en todo el país). Como apostar con dinero está prohibido, el pachinko paga con regalos chorras, tipo ositos de peluche, en vez de pagar con pasta. El regalo chorra se lleva luego a una tienda diferente, que suele estar a pocos metros del pachinko, que te cambia el regalo por pasta de verdad. Si ello no es suficientemente divertido, es posible que en realidad el pachinko y la empresa tapadera que canjea los regalos sean en el fondo parte de la misma empresa, pues las mayoría de las empresas japonesas medianas pertenecen unas pocas empresas gigantes que dominan todo los negocios a través de diversas ramas sin aparente relación entre sí. Por ejemplo, el equipo de béisbol de los Tigers, equipo de Osaka y Kobe, cuyos seguidores se llevan a muerte con el de Tokyo, y que es una especie de Atlético de Madrid, esquipo histórico con solera y gran afición pero eterno perdedor en los momentos claves. Ese equipo, el Hanshin Tigers, pertenece a una compaía de tren privado que es la que te lleva desde Osaka, Kobe o Himeji al estadio de los Tigers, una curiosa forma de monopolio a lo japonés.

Pues como decía, aunque el deporte rey de Japón es el béisbol, es sólo el rey de los deportes que se ven por televisión; si consideramos los deportes más practicado por los japoneses, el rey es el pachinko, superando incluso al béisbol.

Los locales de pachinko destacan desde fuera por el colorido hortera y chillón; una vez entramos destacan por el olor brutal a tabaco y sobretodo por el ruido paranoico que emiten, ruido equivalente al que harían varias decenas de discotecas sonando a la vez en un solo oído.

Aunqe como he dicho antes, todos los shotengais son muy parecidos, sin embargo al final uno se acostumbra a ir cienmil veces a comprar al de su barrio y pasar incluso 6 o 7 veces al día y acaba cogiéndole cariño. Por eso que nombro al shoutengai de Awaji, el mío, “Meravella de Kansai”.

sábado, 18 de abril de 2009

viernes, 17 de abril de 2009

MERAVELLES DE KANSAI: EL CASTILLO DE HIKONE

Empezamos este artículo por el final porque blogger muestra las fotos en orden inverso a cómo uno las va subiendo. Para hacerlo un poco más complicado, añadiremos de repente y aleatoriamente comentarios sobre nuestra vida diaria en el país del sol naciente.

Oh, que maravillosa excursión, está anocheciendo y es el momento de volver a casa. Qué bien nos lo hemos pasado recorriendo este maravilloso castillo, un domingo agradable en Japón en el que hemos hecho ejercicio, hemos bebido chela, hemos comido, paseado y aprendido; mucho mejor que quedarse en Osaka viendo la televisión o jugando al Pachinko, insultando a Aso y quejándose de la crisis.

No sólo el castillo en sí y los alrededores son bellos sino que toda la agradable ciudad de Hikone está surcada por tranquilos canales que la convierten en un escape perfecto del caos y la innecesaria contaminación acústica de Osaka.

El curso escolar ha comenzado ya (en Japón el año escolar va desde abril a abril). A mi clase se han incorporado dos personajes memorables. Un tipo que los días de lluvia acude a clase vestido con impermeable y bermudas y una persona maravillosa: un coreano tan gordo como un luchador de sumo que declara que sus hobbies son dormir y comer, y que fuma continuamente como un carretero, incluso mientras va montado en bicicleta.




Después de visitar lo que es el castillo en sí nos deleitamos paseando por los alrededores del mismo; que cuentan con amplios jardines que se pueden visitar libremente porque están incluidos en la entrada al recinto.

Algunas partes del recinto contienen auténticos bosques y montañas que nos dan la impresión de encontrarnos en un lugar salvaje, más que en el centro de una pequeña ciudad de Kansai.
Excelentes las vistas del lago Biwa. Con la huída de Gousan y de Kousan, no he tardado en procurarme un nuevo amigo taiwanés en el lugar en el que vivo, aunque en este caso la novedad es que ni siquiera se cómo se llama. No obstante, ya hemos firmado un importante acuerdo de colaboración por el cual me invita a comer los días en los que dispone de una gran cantidad de alimentos que tiene que cocinar y consumir ese día y tiene que hacer un esfuerzo para comérselo todo y no tirarlos.

Acabamos de salir del castillo, cuyo interior es original de piedra y ladrillo al contrario que otros como el de Osaka, puro cemento y ancensores. Disfrutamos de los cerezos en flor que hay alrededor y de las hermosas vistas.

Estamos congtentos porque en breve vamos a entrar al castillo. Desde es fuera es realmente hermoso. Más pequeño que otros como el de Osaka, pero fue construído con sabiduría e inteligencia y acabo imponiéndose a otros más grandes de los alrededores, cuyas piedras se utilizaron al final para ampliar las murallas de éste tras ser destruñidos.

He descubierto que la cantidad de palabras que existen en cada idioma es demasiado alta. El problema de aprender los idiomas no es la gramática. El problema es que cada idioma utiliza decenas de miles de palabras que hay que aprender. Eso es importante, la gente se cree que por apuntarse a un cursillo chorra o irse a vivir a Inglaterra va a aprender por ejmplo inglés automáticamente, sin hacer ningún esfuerzo.

Hay muy buen ambiente en los alrededores del castillo, no en vano es domingo, el lugar es maravilloso y hace muy buen tiempo. No está tan lleno para ser Kansai, una de las zonas más pobladas del mundo; región que se caracteriza normalmente a donde vayas, a cualquier hora, siempre está lleno.

Una de las torres que protegen el recinto amurallado que rodea al castillo:
Por ejemplo, según mi método de estudio de idiomas raros (que está dando muy buenos resultados aquí en Japón), lo importante es sin duda el vocabulario; sólo con vocabulario se puede comunicar y expresar uno (y mientras va mejorando la gramática), pero sólo con gramática sin vocabulario no se va a ningún sitio. Casa día aprendo entre 50 y cien palabras nuevas que encuentro por ahí, en clase, televisión o en cualquier situación. Pensé que al principio sería duro, pero que poco a poco, conforme aprendiera tantas palabras, se haría más fácil porque cada vez quedan menos por aprender. Lógico, ¿no?

Pues el problema es que no, no se acaban. Todos los días descubro otras 50 o 100 palabras desconocidas, y aunque me las aprendo el día siguiente hay cien más, y eso que llevo más de 3 meses con este método. No sé cómo puede haber tantas palabras en un idioma, no me imaginaba que hubieran tantas; es como si un tarado estuviera inventando todos los días decenas de palabras nuevas y añadiéndolas al diccionario solo para fastidiar, o ¿qué?Desde fuera, viendo sólo los canales exteriores, la muralla y los canales que rodean el castillo, nos parece un lugar que promete lo mejor.


Es un domingo de las fallas japonesas, que se suelen celebrar a principios de abril y que duran un poco más de una semana. Hemos venido a ver el castillo de Hikone (彦根城). Hikone es una pequeña localidad de cienmil habitantes en Kansai, junto al lado Biwa. Es el cuarto mejor castillo de Japón (los japoneses lo tienen todo perfectamente clasificado, tienen listas oficiales de los cien mejores onsen, cascadas, paisajes, etc.). Desde Osaka son dos horas en tren y cuesta más o menos 20 dólares europeos ir y volver, pero nosotros hemos ido con un abono de viaje que nos sobraba de vuando fuimos a la isla de los viejos. En cualquier caso, a este castillo no hace falta ir si se va estar menos de diez días en Kansai porque el castillo número 1 de Japón también está en Kansai, más o menos a la misma distancia de Osaka. Es el castillo de Himeji, patrimonio de la humanidad. Lo tengo reservado para ir en este año agosto.


lunes, 13 de abril de 2009

LAS FALLAS EN JAPÓN.

"Estoy esperando a mi compañera sentimental en un feo y ruidoso andén de una estación de tren del sur de Osaka. No salgo de la estación porque si lo hiciera tendría que volver a pagar otro billete y porque además afuera no suele haber dónde sentarse gratis. Espero con una strong en una mano y mis apuntesde japonés abiertos en la otra."

"No olvidemos que estoy en este país para hacer turismo; con el dinero que mucha gente desperdicia en comprarse un coche o cualquier estupidez yo paso un año y medio sin trabajar en uno de los países más caros del mundo"

"Hace un día maravilloso. Pronto estaré tajándome y haciendo sueling, acariciado por el sol que se filtra entre las ramas de los cerezos en flor. Vivo un momento de plenitud que me gustaría compartir con mis amigos, especialmente las 3 personas que leen y comentan con asiduidad mi blog: un mendigo que vive en una caja, un loco esquizoide y una ex compañera de trabajo algo friki"

Al contrario que las fallas de Valencia, en las fallas de Japón no hay petardos, ni fuegos de artificio, ni verbenas, ni Rita Barberá. Lo único que se quema es deliciosa carne (principalmente cerdo, vaca y pollo), en las barbacoas que tipos trajeados o familias, o grupos de colegas montan en cualquier parque.


Básicamente no hay nada más. Los cerezos en flor marcan la llegada del buen tiempo. Así que si lo de las barbacoas no te hace gracia, preparárate algo de comida fácilmente transportable, como unos británicos o si eres japo el maravilloso bento. Y sobretodo una buena caja de chelas que es lo único en lo que está de acuerdo todo el mundo.


A partir de ahí la cosa es simple. Puro sueling y cervecing sobre la hermosa alfombra rosa que forman las hojas de los cerezos al caer, aunque a diferencia del sueling que se practica en Europa, los japoneses gustan de poner plásticos de pordiosero en el suelo en vez de tirarse directamente sobre aquél.


Destacar también que los parques de Japón están y durante todo el año llenos de mendigos que viven en tiendas de campaña, con lo cual durante el periodo fallero se produce una perfecta convivencia entre aquellos y los nuevos inquilinos de los parques.

Otro aspecto es que todo este proceso se desarrollo con toda normalidad democrática, sin redadas antibotellón ni ningún tipo de interferencia por parte de los cuerpos de seguridad y represión del estado.

En Osaka, se pueden observar los cerezos en flor en cualquier barrio, pues están en todas partes, por ejemplo este barrio soviético del este de Osaka, cerca de donde vive Ri, que se vuelve algo menos feo en este periodo que por desgracia apenas dura una semana.



Sin embargo, el mejor sitio para ver cerezos en Osaka es Sakuranomiya (桜ノ宮). Sakuranomiya es en una ruta excelente que atraviesa Osaka desde la parte norte hasta el castillo, en el mismo centro. Se trata de una ruta enteramente peatonal de casi diez kilómetros que se puede hacer en bicicleta porque discurre enteramente por un escuálido parque neoyorkino que a su vez sigue un canal desde el río Yodogawa hasta el castillo. Esta ruta es fantástica durante todo el año, entre rascacielos y canales supercontaminados; pero en esta época a la que nos referimos se hace más interesante aún con los cerezos floreciendo a ambos lados del río y una barbaridad de gente haciendo sueling.



Vistas espectaculares desde los puentes. Al fondo, entre rascatas, el castillo de Osaka.



Destacar que estos días hemos estado también en Nara para un concierto de gospel gratis que hacían en un subparque de Nara koen.

Lo bueno de Nara koen es que en un parque tan grande y con tanta historia siempre descubres lugares maravillosos por casualidad, como este precioso estanque con kiosco enmedio en el que beber tus propias chelas, lugar gratuito y no demasiado turístico que no suele aparecer destacado en las guías.


Cuando el asunto de los cerezos se está acabando, los ríos de Nara bajan cubiertos de pétalos de rosa.


Por ejemplo este hermoso río que atraviesa otro bello rincón de Nara Koen.

Aunque para bellos rincones, este otro en Osaka, ciudad no en vano llamada "la Venecia oriental" por la hermosura de sus canales.




Al día siguiente estuvimos pirulando en bici y como hacía viento millones de pétalos flotaban a nuestro paso; realmente tratándose de personas tan maravillosas como Ri y yo lo normal es que todo el mundo nos tirara flores en cualquier parte del país y época del año; y que a todas horas nos regalaran bicicletas, televisores, cables, cafeteras, gorras y objetos de cualquier índole.