ADVERTENCIA: Si lo único que te interesa de Japón son los tebeos, los videojuegos y los teléfonos móviles, ya puedes ir alejando tu desagradable trasero de este blog, porque no eres en absoluto bien recibido. Este es un blog sobre pordioseros, edificios asquerosos, viejas con forma de ele y resacas brutales con sake de pésima calidad.

lunes, 28 de septiembre de 2009

NOTICIAS MALAS

Esta semana  se nos ha vuelto a su país el  tercero de los taiwaneses que desafortunadamente abandona nuestras vidas japonesas dejando un gran vacío. Después de Ko y Go, esta vez es la venerable Yu, un ser humano sobre el cual  hasta ahora no había hablado demasiado pero que había tenido tanta o más importancia que los anteriores desde que  el primer día de clase, hace casi exactamente un año me hizo sentarme a su lado casi por la fuerza, quizás porque fuera el primer hombre occidental que viera en su vida fuera de las películas. Pese a tratarse de una persona con la que no comparto ningún afición; alguien  además  totalmente opuesto a mí en tanto que joven agradable y  hermosa, delicada, pequeña, dulce, guapa, bondadosa, tierna, bien vestida y de modales finos; se fue creando desde ese primer día y durante todo este año que hemos estado estudiando sentados al lado del otro un importante sentimiento de amistad y respetuo mutuo. Quizás porque durante un largo periodo fuimos los únicos extranjeros de una clase llena de chinos, quizás porque su odio natural como taiwanesa hacia todo lo chino, combinado con mi odio a la humanidad en general sin distinciones de raza, nacionalidad o género, nos convertía en los raros de la clase antes de que finalmente nos tajáramos e hiciéramos todos amigos en la última excursión; o quizás nuestra rivalidad silenciosa, sacando prácticamente las mismas notas y alternándonos continuamente en los puestos segundo y tercero del ránking de clase.

Lo cierto es que se va una persona maravillosa y lo lamento, pese a que ya he pasado por tantos escuelas, trabajos y ciudades que estoy acostumbrado a ver pasar a la gente. Como decía siempre Elvar Ata: "La vida es una película en la que los actores cambian continuamente con cada escena; precisamente cuanto más cambios de actores y de escenarios haya más interesante se hace la película." Así que larga vida a la venerable y hermosa Yu. Espero que volvamos a cruzarnos en algún lugar de este mundo.

Otra buena noticia para mis enemigos es que finalmente se ha confirmado oficialmente mi suspenso en el examen de nivel 2 del idioma japonés. De 400 puntos he sacado 223, cuando el aprobado en ese examen está en 240. Supongo que se juntaron los nervios de la primera vez con el hecho de que era mucho más difícil que los años anteriores y que soy peor leyendo japonés de lo que creía, pero los exámenes de prueba que había tomado antes del examen verdadero siempre los aprobaba de sobra y esta vez falle. En fin, 5500 pesetas japos a la basura y en diciembre volveremos a intentarlo.

En realidad el examen ese no me importaba demasiado aunque me complica la búsqueda de trabajo en Osaka. Al final hemos decidido Rie y yo que nos quedaremos más allá de marzo del año que viene, que es cuando termina la visa, siempre y cuando halla perspectivas de encontrar un medio de subsistencia más o menos decente. Parece que encontrarlo va a estar entre difícil e imposible, así que si alguno de los enemigos que lee este blog y vive en Osaka o Kansai tiene alguna idea y quiere ayudarme porque su religión le obliga a ayudar al prójimo, que contacte conmigo mediante los comentarios y me explique qué es lo que podría hacer.

Por lo menos disfrutaré lo que me queda en esta ciudad, recopilación de todas las distopías por haber, con sus maravillosos barrios soviéticos, su capitalismo a lo Blade Runner, su urbanismo tipo Trántor,  la aridez estilo Mad Max de algunos de sus barrios y sobretodo la acelerada decadencia de su tejido social y económico.

lunes, 14 de septiembre de 2009

MERAVELLES DE KASAI: KINKAKU-JI, GINKAKU-JI Y NANZEN'-JI

Últimamente van a predominar los artículos sobre viajes y excursiones porque estos días, cuando creíamos que la cosa se tranquilizaría después de las vaciones, nos están surgiendo muchas oportunidades al respecto. Por ejemplo, el paso fin de semana unos amigos de Rie nos invitaron a pasar el finde en una casa que su familia tiene en las montañas. Yo sabía que se trataría de un viaje interesante pero me imaginaba una casa de pueblo más como tantas otras que hay en las montañas de Japón. Pues resultó que la finca en cuestión no era sólo una casa de pueblo sino una gran hacienda rural de cientos de años de antigüedad que los antepasados del amigo de Rie, que habían sido en la antiguëdad aristócratas y guerreros (es decir, samurais) habían conservado durante siglos. Todavía se conservaban en la casa espadas varias veces centenarias, armaduras metálicas de guerra, monedas de la época e incluso condecoraciones recibidas de manos del propio emperador. Cuando tenga las fotos, ya escribiré un reportaje al respecto porque fue un fin de semana interesantísimo.

Vamos a seguir con el ciclo de meravelles de Kansai, que como es natural nos lleva periódicamente a Kyoto. Esta vez haciendo una ruta por tres templos que se encuentran en realidad bastante separados pero que se pueden ver en la misma expedición en orden aprovechando el pase de un día de barra libre de autobuses de Kyoto por 500 pesetas japonesas.


Kinkaku-ji (金閣寺)es sin duda uno de los edificios más famosos de Japón. La foto del "Pavellón de Oro"reflejado con el tejado cubierto de nieve es una de las estampas que aparece en todos los calendarios del país igual que la típica vista del monte Fuji nevado o del puente Tougetsukyo (渡月橋)de Arashiyama, también en Kyoto, con los colores del otoño en las montañas del fondo.



Es un edificio precioso pero que parece que haya sido diseñado sólo para ser visto sólo desde ese preciso punto y que al acercarte , desde mi punto de vista, pierde parte de su belleza.



Este edificio fue construído en 1307 como palacio de recreo de un aristócrata, pero posteriormente fue convertido en templo budista. Aunque el objetivo era cubrirlo enteramente de oro, sólo se cubrió el piso superior. En 1950, un monje que sufría transtornos mentales le prendió fuego, quedando reducido a cenizas y siendo reconstruído unos años después con el piso segundo también cubierto de oro. Basándose en ese incidente, Yukio Mishima escribió su novela Kinkaku-ji, que contaba la historia de un monje tartamudo y singularmente feo que desde su infancia se había sentido obsesionado con la belleza de este templo y lo había hecho objeto de sus extrañas fantasías hasta acabar enloqueciendo en la edad adulta. Una de mis motivaciones para seguir estudiando japonés es algún día ser capaz de leer esta novela en el idoma original, aunque está en inglés y puede que en castellano.

De hecho, el tal Mishima me parece una de las figuras más interesantes de la historia contemporánea japonesa. Novelista, dramaturgo, poeta, homosexual y ultraderechista que nunca aceptó la modernización de la sociedad japonesa y que llegó a organizar una sociedad fundamentalista con la que intentó un golpe de estado para restituir la figura (hoy meramente testimonial) del Emperador. Tras conseguir una entrevista con un comandante del ejército japonés, manatiaron a éste y se atrincheraron en su despacho, momento tras el cual el propio Mishima salió al balcón a dar leer discursos fascistas a los guardias y oficiales de aquella base militar emplazándoles a que se levantaran contra el gobierno. Como sus pronunciamientos fueron acogidos con cachondeo por aquellos, todos los miembros del grupo, incluido el mismo escritor, se suicidaron allí mismo siguiendo el ritual tradicional japonés, aunque hay indicios de que la idea del suicidio estaba preparada desde mucho antes.


El Pabellón de Oro está rodeado de un hermoso jardín del tipo de los de "para ser paseado". En el destaca una vista del templo que está pensada para hacerlo aparecer emergiendo entre las nubes, en este caso representadas por pinos.


Hay que destacar que justo al terminar el recorrido hay una tienda de suvenirs donde podemos degustar gratis una cantidad ingente de dulces japoneses e incluso el extraño té con oro que se muestra a continuación, con lo cual el precio de la entrada queda de sobra amortizado.

El Pabellón de Plata, Ginkaku-ji en sí no es tan hermoso a priori, pero cuenta con un delirante y maravilloso jardín de arena que se complementa con el palacio y con el paisaje de alrededor de manera maravillosa. El enorme cono de tierra simboliza el Monte Fuji.


No tengo ninguna foto buena del edificio en sí con el jardín de arena a sus pies porque cuando fui estaba en restauración y además lleno de gente. El edificio fue construído bajo la inspiración de Kinkaku-ji, de hecho se trataba del nieto del fundador de aquél. Pero por culpa de la guerra se acabo el dinero y a la muerte de su dueño todavía no había sido cubierto de plata como había pensado éste. A mi juicio, la grandeza de Kinkaku-ji es que sin ser en realidad de plata, consigue serlo dentro de la mente (al menos, de una mente como la mía, tan trastornada como el monje anterior). No sé si es por el nombre, o por la atmósfera crepuscular de alrededor, o por el jardín de arena plateada, pero yo a este templo lo veo totalmente de plata.


No lejos de allí, se encuentra el célebre paseo de los filósofos, y al final de éste, el Nanzen-ji, que significa el templo zen del sur, aunque a mi me gusta llamarlo el pabellón de madera, para completar la ruta de los elementos, junto con el de oro, el de plata y el de agua.

No es de los templos más conocidos pero si uno de mis preferidos. Destaca por su grandísima puerta de entrada, así como una gran cantidad de pequeños subtemplos e incluso, y eso es lo más delirante del asunto, con un acueducto de diseño europeo.



Al dejar atrás el templo y el acueducto el sendero sigue ascenciendo por la montaña, rodea un cementerio y llega a uno de esos de lugares misteriosos, casi de película de terror, que existen en las cercanías de muchos templos japoneses. Hay un pequeño santuario llamado oku-no-in, o "templo del fondo", curiosamente el mismo nombre que el templo más misterioso de Koya-san. Encima de ese pequeño santuario hay una gruta aún más pequeña con un altar, y al lado de ésta, una pequeña cascada a la cual acuden peregrinos a rezar, debajo de la misma, incluso en lo más crudo del invierno.


lunes, 7 de septiembre de 2009

MERAVELLES DE KANSAI: KOYA-SAN

Este verano he visitado dos lugares incluidos generalmente en la lista de maravillas de Kansai como son Koya-san y el castillo de Himeji. El segundo me decepcionó un poco. Pese a tratarse de un edificio interesantísimo, lleno de historia, sin la sobreabundancia de cemento del castillo de Osaka, y ser sin duda de los mejores castillos que se conservan en Japón, en un día sucio y gris como el que fuimos se veía algo desangelado. Por el contrario, Koya-san me sorprendió gratamente, uno de los lugares más misteriosos que he visitado en mi vida.

Koya-san es una pequeña meseta situada al suroeste de Osaka que está cubierta por frondosos bosques y rodeada de 8 picos montañosos. En el año 816, el poeta, sabio y religioso llamado Kukai (aunque después de morir, su nombre mutó a Kobo Daishi), fundó una comunidad religiosa que poco a poco se fue convirtiendo en una de las ramas más importantes del budismo japonés. Koya-san es en la actualidad lugar de peregrinación y culto por estar enterrado el propio Kobo Daishi, si bien lo que se dice es que en realidad no está muerto, sino meditando, a la espera de la llegada del futuro Buda.

Hoy en día, Koya-san alberga más de 110 templos situados en un impresionante escenario natural, con frondosos bosques de árboles centenarios. Es popular entre los habitantes de Kansai para refugiarse de las altas temperaturas y respirar aire fresco, y en los últimos años también entre los círculos progres extranjeros que acuden atraidos por la posibilidad de pasar la noche en uno de los templos de Koya por una módica cantidad totalmente abusiva y desorbitada que suele incluir shojin ryori. Shojin ryori es la variedad de comida vegetariana tradicional preparada por monjes desde hace siglos sin utilizar trozos de ningún animal muerto, pero sí un tradicional tofu hecho de sésamo. Ellos verán.






Parte de la belleza del viaje a Koya está en el propio trayecto; primero en un ferrocarril que surca los valles y asciende entre las montañas realizando cabriolas no aptas para cardiacos, finalmente en el popular teleférico que asciende a la montaña propiamente dicha. En Koya, lo mismo que pasa en Nara y en Kyoto, se corre el riesgo de incurrir en una sobredosis de templos. Lo más interesante es Oku-no-in, uno pequeño y misterioso situado al final de un enorme cementerio en el que además del propio Kobo se encuentran enterrados los budistas japoneseses de más alta alcurnia, así como varios personajes históricos japoneses, desesos de encontrarse cerca del señor Kobo cuando llegue el momento clave del budismo.


Un lugar fascinante en el que se conjugan la vida, la muerte y la naturaleza en sus formas más exhuberantes y desbordadas. Con el paso de los siglos, las piedras erigidas por el hombre son reclamadas también por el bosque, demostrándose la futilidad de toda obra humana, excepto las encaminadas a conseguir la inmortalidad por medios puramente científicos. Aunque no llega ser tan insoportablemente turístico como otros lugares de Japón, yo recomendaría ir en invierno, a ser posible en el momento del crepúsculo, con viento boreal fuerte y nevando; de todas formas en cualquier época, incluso en verano, la temperatura allí arriba suele ser más bien fresquita .


Como una telaraña en la que se entrecruzan mil vidas miserables; vidas que acaban por perderse para siempre, reducidas al polvo que siempre fueron, el laberinto de tumbas antiguas y modernas, igual que la existencia de cada persona, conduce inexorablemente a Oku-no-in, que de hecho significa "El templo del fondo".


Junto a unas terroríficas representaciones de Buda, encontramos el pequeño puente mostrado a continuación y a partir del cual empieza propiamente el lugar sagrado donde se encuentra Kobo descansando y donde está terminantemente prohibido tomar imágenes por ser un lugar sagrado. De hecho, es gracioso que en los documentales de la televisión japonesa, cuando se llega a este lugar, la pantalla se queda en negro o en imágenes de bosques indeterminados mientras que una voz te va describiendo el lugar propiamente dicho con ruido de pajaritos de fondo. ¿Cementerio igual a pajaritos?


A un lado del puente, en el interior del río, quedan unas extrañas inscripciones en memoria de niños que fueron abortados antes de nacer o bien que murieron ahogados.

Por supuesto, yo soy de los que piensan que junto a la tumba de todos los personajes célebres del budismo tiene que haber necesaria y obligatoriamente un río, metáfora de la reencarnación y del ciclo de la vida que pregonan muchas religiones orientales.


El templo principal alberga un fantasmagórico laberinto de farolillos, algunos de los cuales se dice que llevan más de 900 años encendidos. Aunque parezca más un santuario para rituales vudú; según las inscripciones del mismo, en este templo se reza por la paz sino-japonesa. El carácter alucinantorio y onírico de este templo no se capta bien en estas fotografías debido al uso del flash.


Las cinco o cinco y media de la tarde, hora en la que durante gran parte del año es de noche en Japón. En ese momento, los sacerdotes budistas, religión que en al menos en ciertas partes de Japón se caracteriza especialmente por su apego al lujo y al mundo de los placeres materiales (y si no sólo hay que ver los coches que conducen algunos de estos sacerdotes); como decíamos, a esta hora los monjes cierran los templos y se dedican a hacer orgías en las que terminan lanzándose los fajos de billetes recolectados con las donaciones de los feligreses, la venta de entradas a los templos, las ayudas del estado a la conservación de monumentos, las exenciones de impuestos y las pernoctaciones a precio de resort de lujo. Si alguien piensa que esta última es una opinión infundada y arbitraria, que compre mañana por la mañana el periódico el País y lea todo lo que dice el periódico sobre Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia, etc. A su lado, este artículo se convierte en un minucioso y bien fundamentado ejercicio de rigor periodístico.

Voy hacer una curiosa reflexión que acaba de ocurrírseme. Los países de credo budista, religión de a la que se le supone un gran desapego por lo material, se están convirtiendo en los más consumistas del mundo; del mismo modo que los Estados Unidos, país cuyos dirigentes y la mayoría de la sociedad enarbolan el cristianismo, se esfuerzan por demostrar su "amor al prójimo" en todo el mundo, empezando por Iraq y Afganistán pero sin olvidar sus últimas iniciativas en Honduras y Colombia y sin que se nos olviden nunca las viejas.

Para acabar con Oku-no-in, reiterar nuestra recomendación de venir a ser posible en invierno, en el atardecer, nevando y solos (y si no es posible en solitario, buscarnos la acompañía de algún peligroso asesino en serie, o si eso no es posible, cualquier transtornado medianamente peligroso también sirve); así disfrutaremos mejor de la atmósfera expresada en la fotografía siguiente:


Koya es también un buen lugar para pasear cuando no es de noche y no hay zombies ni espíritus de niños ahogados merodeando. Pero es recomendable siempre llevar el papeo de abajo, dada la pocas posibilidades que se ofrecen al bolsillo de un pordiosero un lugar como éste.

Otro de los sitios recomendables que no suelen aparecer como imprescindibles en las guías es el Daimon, la gran puerta de entrada al pueblo. Aunque hoy se encuentra junto a una vulgar carretera, en el pasado aparecía de súbito al llegar caminando por el único camino entre las montañas, debiendo de causar un gran efecto en los peregrinos de esa época, lo mismo que ocurriría, en la misma época pero a miles de kilómetros de allí, con los que hacían el camino de Santiago.



De esta magnífica puerta destacan los guerreros mitológicos llamados Nyo, criaturas míticas del budismo japonés que protegen la entrada al recinto de los templos y que, igual que los de Todaij en Nara suelen ser obras de arte de gran perfección, que parecen siempre estar a punto de tomar vida.

La vista desde aquí está en el ránking de las 100 mejores de Kansai.

El edificio más espectacular del conjunto es, sin embargo, el que tiene por nombre Garan, con su espectacular pagoda, que lamentablemente fue destruida en 1937 y vuelta a construir idénticamente a la original de madera pero en aluminio, y reproduciendo las espectaculares pinturas originales con Dainichi-nyorai (buda cósmico), flanqueado por cuatro seres que también parecen venidos de otra galaxia. Por desgracia, estaba prohibido tomar fotografías, y la mirada amenazante del monje local, probablemente armado con un revolver americano con silenciador, no invitaba demasiado a arriesgarse.