ADVERTENCIA: Si lo único que te interesa de Japón son los tebeos, los videojuegos y los teléfonos móviles, ya puedes ir alejando tu desagradable trasero de este blog, porque no eres en absoluto bien recibido. Este es un blog sobre pordioseros, edificios asquerosos, viejas con forma de ele y resacas brutales con sake de pésima calidad.

sábado, 23 de enero de 2010

EL BAR ESPAÑOL

Hoy era un día clave. Uno de los más importantes desde que llegué a Japón. Hoy era mi primer día de trabajo en el bar de tapas español de Osaka y por lo tanto importante partido de fútbol en el que se decidía si puedo permanecer en este país con currro malo pero fijo, en caso de tener éxito, o bien,  en caso de fracaso, ser expulsado de una patada en el trasero, y obligado a regresar a la Monarquía Bananera, uno de los países más infames del mundo. Exagero las consecuencias de mis conductas, pero no la naturaleza del país en que me tocó nacer. Por ahora tenía el curro de las clases de español, que se paga muy bien, pero todavía no hay alumnos suficientes como para vivir del cuento.

El trabajo me recordó a los tiempos en los que trabajaba con Unidadcito en el Hipódromo de Cheltenham, en el peor país de la Tierra. Tiempos en los que la vida no era más que una caja de plástico en la que se introduc:ian vasos y platos. Luego esa caja se metía a su vez en una caja más grande que servía para limpiar automáticamente la caja en la que se metían vasos y platos. La preocupación más grande de ese trabajo consistía en romper el número menor de platos y vasos posibles, con mis manos de taladradora industrial.

A las siete y media, el tabajo ya estaba acabado. Mis superiores eran una vieja y el chef, un gordo experto en comida española cuyo nombre termina en ao, pero que para respetar la política de privacidad, a partir de ahora llamaremos indistintamente Chalao o Tarao. Yo no sabía si me iban a pegar con un látigo y meterme en una jaula o me mandarían a España para no volver nunca más. Entonces me suben en un coche, un Mercedes de lujo, y me empiezan a pirular por el sector más elegante de Osaka, entre rascatas, entre bares turcos e italo-dalmacios, hasta llevarme a un bar español. El bar, por dentro, era exactamente igual a una tasca de, pongamos, Lavapiés, el Raval, el Cabañal, pero por fuera era un rascata cualquiera de Osaka.

Me dicen que puedo pedir lo que quiera, que no me corte. No saben con quién se la gastan. Así que no lo dudo, y pido tres cervezas, una de callos, arroz negro, chuletas de cordero, calamares a la romana, patatas a la riojana, pizza de jamón serrano, sepia , orejita de cerdo, pulpo a la gallega, champiñones al ajillo y gambas al ajillo. El cordero era chungo (australiano), la pizza normal. Todo lo demás muy bueno excepto calamares, callos y champiñones y orejas, que eran excelentes, mejor que en España.

Después del gran papeo con el tarao y la maruja, me llevan en coche a Umeda. Osaka de noche es preciosa. Rascatas. Neón. Ríos Blade Runner. Antros. Hoy he encontrado definitivamente el sitio en donde vivir con Richan. Por la mañana hemos ido a verlo. Un bloque soviético, uy chungo, pero desafortunadamente menos hostil de lo que pensaba, al sur de la ciudad y con vistas no tan asquerosas. Unos 400 euros por dos habitaciones, salón-cocina, balcón y creo que había lavabo. Y sólo había una cucaracha. Por ese precio, sólo una, es bastante barato.

Pero no duden que será aniquilada. Y a walking distance de varios kofun, tumbas con forma de llave de los antiguos reyes de Japón del siglo VII. Ah, y muy cerca de la nueva casa, una tienda de ramen increíble, la tienda donde hemos comido hoy. Los ramen al limón que ha pedido Rie, sabrosísimos y originales. Yo he pedido el menú del día, Ramen violento clásico sabor sal con barra libre de arroz con cerdito. Una maravilla, oiga, no duden en venir adrede desde España a propósito para comer en esa tienda.

Esa casa, muy barata, pero, ¿lejos del centro, cerca del centro? Veintipico minutos en metro de Nanba, treinta (y) pico de Umeda. Pero no hace falta transbordar. Y. El hecho clave de que todas las empresas japonesas donde curras, incluso si eres un simple idiota, te pagan el transporte al curro religiosamente. Bueno, el que quiera pasar una semanita en Japón, que piense que en temporada baja el billete no es tan caro. Recomiendo venir en cualquier época excepto en verano, que está lleno de turistas y de panchitos, hace un calor y humedad asfixiantes, no vale la pena meterse en un onsen y muchos japoneses están de vacaciones o en letargo.

A los que ya habéis venido, os haya gustado o no, esta vez consistiría más en concentrarnos en disfrutar una estancia en una casa soviética por fuera, japonesa por dentro (sin muebles). Gratis. Sin salir innecesariamente de casa. Taja en el suelo, sin paredes, sino cortinas corredizas de papel. En vez de ir a ver monumentos, bajar al shotengai a comprar pescado en comercio de viejas.  Sentarse en un parque a beber sake muerto de frío, y meternos en un baño. Alquilar una bici una semana, salir en bicicleta por el barrio, ir a ver las tumbas no turísticas con forma de llave, organizar fiestas en la casa, sueling japonés, de vez en cuando ir al centro a pirular por la noche entre neón y rascatas, que es como meterse dentro de un tragaperras, darse un bañito medicinal, ver nieve en Kyoto, unos ramen calentitos en un antro de un metro cuadrado.

lunes, 4 de enero de 2010

AÑO NUEVO EN JAPÓN

El día 2 de enero, tal como manda la tradición japonesa, fuimos al santuario sintoísta a pedir favores a las deidades locales. Los santuarios sinto son construcciones misteriosas, a veces tan sencillas que sólo constan de un simple altar, otras veces un poco más complicadas, pero siempre en buena comunión con la naturaleza. Están en casi en cualquier punto del país, ya que sirven para honrar a las incontables divinidades japonesas de la naturaleza (por ejemplo, un río, una montaña, un bosque, un curso de agua, una gran roca), esas divinidades en las que creían la mayoría de los japoneses antes de la imposición del actual régimen proamericano.

Lugares siempre enigmáticos, especialmente por la tarde, y no digamos por la noche. Sobretodo todo los que se encuentran en las montañas, que pueden llegar a dar bastante miedo. Y aunque es una atmósfera diferente, tambiénme resultan especialmente  fascinantes son los que se hallan en las grandes ciudades, remansos de misterio ocultos entre las luces de neón y  los hostiles rascatas. Otro día haré un reportaje fotográfico con mis santuarios shinto  preferidos.
Nosotros fuimos al santuario de Ishikiri que se encuentra en Osaka este, el barrio de Rie. Es un santuario nada turístico y más bien cochambroso, en uno de los suburbios más grises y feos de la periferia de una ciudad ya de por sí horrible y asquerosa como Osaka. La cuesta empinada que lleva desde la estación al propio recinto es una estrecha y oxidada callejuela a cuyos lados se apretujan tiendas de artesanía y comida de barrio que llevan abiertas décadas, tiendas que conviven con una cantidad sorprendentemente alta de locales en los que se practica la adivinación y donde las hechiceras leen desde hace décadas un montón de manos, probablemente de gente cuyas vidas fueron destrozadas por décadas de abusos gubernamentales.

El recorrido pasa también por varios santuarios menores, embutidos entre las casas de chatarra, en los que se veneran estatuas de dioses que conceden favores especiales y que curan enfermedades raras. Ello hace que se mezcle, junto con los habituales raterillos y gente sospechosa habitual en este tipo de suburbios,  una turba de arrabal compuesta por  tullidos, enfermos, viejas y tipos supersticiosos en general venidos desde varios puntos del país. El resultado es una atmósfera un tanto paranoica que me hubiera gustado mostrar en fotos, pero no llevamos la cámara ese día. Además estaba la sensación Blade Runner tan típica de tantas ciudades asiáticas, pese que en ese barrio el neón apenas hacía acto de presencia. (Si bien, como Ishikiri está en la ladera de una montaña al este de la ciudad, las vistas nocturnas sobre el centros son espectaculares) Una especie de Osaka profunda y misteriosa, como un cerro de Caracas del futuro, perfecto escenario para una novela de vampiros mezclados con pordioseros, novela que quizás un día me de por escribir.

Al llegar al santuario en sí, bebiendo saque hirviendo para combatir el duro viento que en aquella noche de invierno sin recato flagelaba nuestras carnes, aparecieron las aglomeraciones propiamente dichas, así como las sacerdotisas sinto, con sus ropas estilo Star Treck, que me resultan siempre tan adorables. Compramos el papelito, al hermano de Rie le salió un año chungo, a Rie un año decente. A mí, por segundo año consecutivo: 大喜.

El kanji de la izquierda significa grande. El de la derecha feliz. Gran felicidad, por lo tanto. Lo que implica que va a ser un gran año para mí y para ustedes puede que no tanto. Los 100 yenes que me costó el papelito son una de las mejores inversiones de mi vida.