ADVERTENCIA: Si lo único que te interesa de Japón son los tebeos, los videojuegos y los teléfonos móviles, ya puedes ir alejando tu desagradable trasero de este blog, porque no eres en absoluto bien recibido. Este es un blog sobre pordioseros, edificios asquerosos, viejas con forma de ele y resacas brutales con sake de pésima calidad.

lunes, 2 de febrero de 2009

PAPEOS EN JAPÓN (PRIMERA PARTE)

Ningún blog sobre Japón que se precie puede dejar de hablar sobre los papeos, y de hecho éste es un artículo que tenía pensado escribir desde que llegué a este país, pero que hasta ahora no me había animado a hacer por la gran cantidad de cosas interesantes que he ido descubriendo desde que llegue. No obstante, como últimamente percibo bastante interés al respecto por parte de los lectores, y además es un asunto que me apasiona, una fotito de esas maravillosas latas de sake que se venden en cualquier tienda de conveniencia de Japón (en realidad se trata de botellas de vidrio con forma de lata, pero para el caso es lo mismo). Mi último descubrimento es que en las tiendas de todo a 100 yenes también venden latas de este tipo, y pese la calidad es discutible el objetivo de todo esto no es más que una taja cómoda, rápida y accesible, por lo tanto bienvenidas son.


También hay que destacar que la cerveza Strong que bebo -porque por el mismo precio de una chela normal taja casi el doble porque tiene 7 grados-, acaba de sacar una versión cero, que paradójicamente no es cero de alcohol sino de azúcar, pues de alcohol es todavía más strong que la anterior, ( ahora 8 grados ). El único pero es que la strong cuesta nueves yenes más, 148 frente a los 139 de la strong normal, y está igual de asquerosa, así que invito a los lectores a que resuelvan esa sencilla ecuación y me digan si me sale más rentable, en cuanto a unidades de alcohol por yen invertido, tajarme con la strong cero o con la strong normal. Entre los acertantes sortearemos una strong. En serio.

Los papeos. Parte de la parte de la belleza de un viaje a Japón es la calidad de sus papeos. Y no sólo es un placer la gran cantidad de sabores y texturas inimaginadas que se van descubriendo en cada momento (de hecho hay veces que ni siquiera sabes si lo que estas comiendo es carne, pescado o verdura, pero siempre está todo de maravilla). Otro de los grandes placeres es la gran variedad y calidad de tugurios es los que estos papeos son degustados. Mucha gente tendrá la imagen de Japón como un país elegante y refinado. Lo que nadie se imagina es que en realidad los sitios de papeo y chumeo de Japón, por lo menos en Osaka, son en su mayoría auténticos antros.

Como ejemplo, uno de mis barrios preferidos de la ciudad, el de Tusruhashi (鶴橋). Ese lugar destaca porque, al haber dos estaciones de tren una encima de otra, (cosa por otro lado absolutamente normal en Osaka), resulta que entre ellas, en especial debajo de las vías de tren, se entrecruzan innumerables pasillos estrechos y oscuros llenos de restaurantes y tiendas de comida coreana apretujados los unos contra otros; unos pasillos que harían parecer al zoco de la más caótica ciudad egicpcia o jordana el más refinado centro comercial parisino. Como una de las especialidades de los coreanos es la carne a la parrilla (puesta a macerar con antelación en una maravillosa salsa dulzona, típica de ese país), la estación de tren de Tsuruhashi, a la hora de la comida y de la cena siempre huele a carne a la brasa, es probablemente la estación del tren que mejor huele de todo el mundo.

Todas las tardes paso por esa estación, con los auriculares puestos y la radio a todo volumen para protegerme del bombardeo acústico innecesario al que son sometidos los usuarios de los trenes japoneseses, y con los ojos fijos en mi libreta podrida para estudiar el complicado vocabulario japonés, en gran parte de origen chino. Aún así, sólo por el olor, adivino siempre cúando estoy pasando por Tsuruhashi. Sólo me imagino algo parecido. Una estación de tren en Italia que estuviera llena (o rodeada) de pizzerías al forno de legna, o algo así en Segovia o Arévalo con respecto al cochinillo. Tsuruhashi: la única estación de tren a la que apetece darle bocados: .

Por cierto, hablando de papeos coreanos, otra especialidad de ese país pero que tiene gran difusión en Japón: el nabe. Se trata de una cazuela (eso es lo que nabe significa) que se queda hirviendo en el centro de la mesa y a ella se van arrojando cosas (verdura, carne, especias), que luego cada persona va recogiendo con palillos y llevándose directamente del plato a la boca. La foto corresponde a un nabe en casa de Ri, uno de los mejores nabes que he probado hasta ahora.



Volviendo al tema de los antros estrechos, valga este par de fotografías para ilustrar el tema.




Se trata de un ejemplo extremo, pero ni mucho menos aislado (de hecho sitios como este están por todas partes, en especial dentro de las estaciones de tren), en el que por falta de espacio incluso las puertas han sido suprimidas y las paredes sustituidas por cortinas que aseguran un mínimo de privacidad en medio del maremágnum. Por cierto, dentro de las estaciones de tren, como se aprecia ligeramente en la fotografía, peatones circulan por la izquierda y a toda velocidad, con lo cual a veces meterte en un antro de este tipo o cambiar de sentido porque sí es tan complicado como cuando vas en coche. De hecho, al describir trayectorias aparentemente absurdas y hacer paradas inesperadas suelo porvocar choques entre los que vienen detrás de mí, cosa que Rie siempre me recrimina pero quie me cuesta evitar.

Aunque en la mayoría de los restaurantes sí que puedes sentarte, la amplitud suele ser parecida al de la fotografía. Además, la cocina y la barra no están separadas sino que forman un espacio único, de reducido tamaño, justo delante de los comensales, que pueden contemplar perfectamente como su comida es preparada delante de sus narices.

Nada comparable en las noches de invierno a meterse en un cualquier antro de Osaka y disfrutar por un precio siempre asequible de la maravillosa cocina japonesa, que se sirve casi hirviendo y que se acompaña en todos los casos de vasos de agua fresquita o té caliente; los cuales, a su vez, se ofrecen gratuitamente (no como esos restaurantes españoles ladrones que parece que vivan de las bebidas que venden a precios abusivos).

Además, la variedad y riqueza de la comida de este país es inimaginable. Para los que tengan la imagen estúpida de que en Japón se come sólo pescado crudo, basta decir que la japonesa es considerada como la más variada del mundo. Y no sólo eso, sino que también, como los japoneses son expertos en copiar inventos extranjeros (los palillos japos son una copia de los palillos chinos, pero al acabar en punta, mucho más fáciles de manejar; los teléfonos móviles son un invento finlandes al que los japos añadieron las chorraditas de la cámara, etc. y así sucesivamente...) la mayoría de los más conocidos platos europeos y mundiales están disponibles es Japón a una calidad más que aceptable.

Esa es otra, al contrario que naciones sin apenas cultura propia como la británica, que cuando adaptan comidas extranjeras demuestran siempre una brutal falta de tacto, los japos adaptan la comida extranjera de manera bastante respetuosa. Hace poco comí en un italiano del centro con Rie, y mientras los rascacielos de alrededor eran verdaderas horteradas sin gusto, y la galería comercial subterránea en la que estaba ubicado tenía el suelo empedrado como para hacer creer que se trataba del centro histórico de una ciudad europea, la pizza estaba tan buena como cualquier restaurante de Valencia (y mucho más barata). Y no había ninguna burrada tipo pizza de sushi o de washabi, mientras que los anglosajones han hecho atrocidades no sólo en los países a los que han brutalmente invadido y colonizado, sino también en su propio territorio con ejemplos como la pizza de barbacoa o la de curri. (La única cosa que he encontrado parecida en Japón es el bocadillo de tallarines, pero por ahora sólo lo he visto en alguna estantería aíslada del supermercado y no se lo he visto comer a nadie ).

A diferencia de España, donde los restaurantes ofrecen siempre cierta variedad de comida, cada lugar se especializa en cuatro o cinco variaciones sobre el mismo tema, con lo cual hacen pocas cosas pero muy bien y barato. En la segunda parte del artículo sobre tugurios japones ofreceremos una pequeña descripción de cada uno de los tipos que existen. El único pero de esos lugares es que, mientras la calidad es generalmente altísima, la cantidad suele ser bastante justa, como el precio es reducido siempre puedes pedir el doble para disfrutar de verdad y reventar como un cerdo.


El sandwich británico japonés. Aunque aún falta la opinión del Pordiosero, lo que podemos decir por el momento es que, como esos acertijos zen aparentemente indescifrables cuya solución proporciona el estado de "iluminación", el sandwich japonés, como se aprecia en la imagen, carece de principio y de fin y es, por lo tanto, ilimitado y anterior y posterior al universo. ( Y además el precio es más ajustado que su equivalente europeo.)

El helado de té verde amargo (抹茶), también participa en la expresión de los conceptos originales de la filosofía oriental, con un sabor infinitesimalmente dulce, que combinado con el sabor amargo del té verde, provoca constantemente el apetito sin llegar a saciarlo nunca, lo cual es la mayor metáfora del universo que se haya inventado nunca.