ADVERTENCIA: Si lo único que te interesa de Japón son los tebeos, los videojuegos y los teléfonos móviles, ya puedes ir alejando tu desagradable trasero de este blog, porque no eres en absoluto bien recibido. Este es un blog sobre pordioseros, edificios asquerosos, viejas con forma de ele y resacas brutales con sake de pésima calidad.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

CAMBIO DE COLORES EN EL PAÍS DEL SOL NACIENTE. CHELAS, ASHIYU, OTOÑO

Una de las ventajas de Japón con respecto a la de algunas naciones atrasadas como la vuestra es que el país entero cambia de color cuatro veces al año, con lo que si ya has visitado un sitio que te gusta, puedes volver a ir unos meses después porque el sitio sigue estando bien pero ahora es bastante diferente al haber mutado de color.

No es que los japoneses hayan aplicado su superioridad tecnológica para crear el "cambio cromático", lo que sucede es que en el país del sol naciente las estaciones tienen una personalidad mucho más marcada y extrema que en otros sitios y ello hace que el paisaje cambie en cada época y parezca otro.

Vivir en Osaka ya significa redidir en una localidad horriblemente fea pero interesantísima y que tiene dos ciudades como Nara y Kyoto, con un impresionante patrimonio arquitectónico y dónde siempre hay cosas que hacer, a cuarenta minutos en tren. Es como vivir en Madrid y tener Valencia y Barcelona a 30 kilómetros cada una, además con el cambio cromático resulta mucho más interesante todavía y puedes volver a visitar cada lugar cuatro veces al año como si fueran cuatro sitios distintos.

En verano es el color normal, aunque con un calor y una humedad digna de una república bananera. Pero como todos las ciudades japonesas están rodeadas de montañas y ríos, y los monumentos están situados en parques y en medio de los bosques, pasear por Kyoto o Nara resulta agradable incluso en esa época. En primavera se produce el florecer de los cerezos, y los árboles se hacen rosas, y se diría que el país entero también se vuelve rosa, y los japoneses acuden en masa a los parques para practicar el botellón y contemplar el nuevo paisaje. En invierno, si nieva, el país se cubre de blanco, y es el momento de visitar los templos de Kyoto, cubiertos de nieve, o los estanques, ahora helados, de Nara.

En otoño, koyo (紅葉), las montañas que rodean las ciudades japonesas, (a veces parece que se trate de una sola ciudad estilo Trantor que ocupe todo el país excepto las montañas), y también en los escasos parques que hay en las ciudades, las hojas de los árboles cambian del vulgar verde al rojo, amarillo y verde propios de la bandera de casi todos los países en los que crece el cannabis, y da la impresión de que Japón se a convertido en un cuadro de Manet.

Este año el otoño ha llegado tarde pero hemos podido ya ir a varios sitios a contemplar este canadiense fenómeno. En casi todas partes ha resultado agradable de ver, pero lo mejor ha sido un sitio llamado Takao ( 高雄)que es un barrio de Kyoto separado de la ciudad, a unos diez kilómetros de la misma, que se haya en mitad de las montañas, y donde hay una ruta senderista de unos 4 kilómetros hasta la estación de tren más cercana.


Si bien nosotros nos equivocamos de ruta y al final acabamos llegando al mismo centro de Kyoto varias horas despúes, la verdad es que valió la pena. Las montañas en Japón son hermosas, pero tienen el problema de que no son naturaleza de verdad, hay demasiadas señales y siempre acaba surgiendo una máquina de refrescos y un lavabo público cuando menos te lo esperas.

Pero esta zona se hallaba desiertas de verdad, con gran variedad de paisajes, desde abiertos valles con aguas cristalinas hasta cascadas escondidas entre rocas, con enormes montañas y grandes desfiladeros, la verdad es que me pareció como si estuviera en Canadá en vez de Japón, todo ello a walking distance del centro de una ciudad del tamaño de Barcelona.

Para apreciar en su justa medida un sitio como este, hay que tener en cuenta que Japón tiene más o menos la mitad del tamaño de España pero el triple de población, y particularmente el área de Japón en la que vivo es una de las zonas con mayor densidad de población del mundo.


Y como Japón es un país en el que a menudo detalles sublimes aparecen en el momento justo sobre un fondo a veces de una mediocridad absoluta, después del agradable "paseo", una vez se había hecho de noche y y comentábamos que hacía frío y que estabamos muertos de hambre, nada más llegar a la ciudad apareció primero una tienda de tallarines que vendía unas raciones gigantes a precio asequible y a continuación un ahiyu (足湯)、puede que el único de Kyoto.

Un ashiyu es un pequeño balneario de aguas calientes provenientes del viaje al centro de la tierra en donde por menos un euro o gratis puedes meter los pies y quedarte sentado el rato que quieras con los pies dentro. Teniendo en cuenta que en noviembre en Japón hace frío de verdad por la noche (por la noches es desde las 5 de la tarde), no os podéis imaginar la alegría que nos dio encontrar un sitio como este.

Además este ashiyu destaca porque vende chelas, así que te puedes beber una dentro, y si no hay nadie te puedes incluso sacar de la mochila cubatas traídos de casa y montarte un pequeño botellón.

Otra de las cosas que molan es que está al aire libre en una calle cutre del centro de la ciudad, con vistas a un parking, con lo cual es una sensación genial, las piernas en agua medicinal casi hirviendo, una chela fresquita en la mano y a tu alrededor la fría noche de Kyoto y el sucio paisaje urbano, y gente normal pasando y mirándote y preguntándose qué estarás haciendo ahí dentro.

BARBACOAS JAPONESAS, CHELAS JAPONESAS, SENDERISMO, BAÑOS TERMALES, EL BIGFOOT

Mi primer domingo en Osaka y excursión a las montañas con una amiga de Kikukawa y su marido. Aunque esta amiga de Kikukawa y su marido tienen su propio nombre, como parece que va a ser el que va a conducir en las excursiones que hagamos en coche a partir de ahora, y como también parece ser que en su casa van a celebrarse las tajas de fin de semana, a partir de ahora nos referiremos a él como el Unión japonés, y a su mujer como a la Alicia japonesa.

El sitio al que nos llevaron Unión y Alicia se llama Kishiwada, un pueblo en las afueras de Osaka, en las montañas, del que por supuesto no tenía ni idea. Hay varias cascadas y un área para hacer barbacoas. Lo de las barbacoas está bastante bien. En cualquier parque grande de Japón hay una zona de barbacoas en la que cualquiera puede llevar su barbacoa portatil y su papeo y su chumeo y hacer una, no hace falta reservar ni nada. En España esa modalidad no existe, estaría bien que en parques como el de Viveros de Valencia, la ciudadela de Pamplona o la de Barcelona, o en el Retiro de Madrid, habilitaran zonas así, para facilitar la práctica del deporte carnívoro por parte del pueblo español.


En cualquier caso esta barbacoa no es una barbacoa libre sino privada. Aquí pagas un precio por el alquiler de la barbacoa y la comida está incluida, aunque la cocinas tú mismo. Supongo que el precio será relativamente económico, pero como Unión y Alicia se empeñaron en invitarnos no sé realmente cuánto. Las barbacoas japonesas tienen el inconveniente de que no se dedican a comer carne a lo bestia hasta reventar como cerdos igual que en Europa, sino que hay un poco de todo: carne, verdura, pescado, marisco, etc. La parte positiva es que la carne japonesa es en cualquier sitio de una calidad, tendreza y sabor fuera de lo común, muy superior a la carne que se consume en España a diario, y no hablemos de otras partes de Europa.


Por supuesto, como en toda barbacoa que se precie, en Japón no faltan las correspondientes cantidades ingentes de cerveza. Pese a lo que pueda suponerse, en Japón se bebe una barbaridad de cerveza, quizás no a todas horas como en los bares de España, pero cuando las empresas japonesas cierran entre semana, los oficinistas se van corriendo a los bares para hacerse sus chelitas diarias, y como en Japón la gente trabaja demasiado y además recorre grandes distancias para ir al trabajo, hay que beber a toda pastilla, con lo cual el resultado habitual suele ser sueling.

Todo esto es bastante divertido, el único problema es el precio de la chela en Japón, nada asequible. En el supermercado a precio de bar, en el bar a precio de pub, en el pub a precio de discoteca y así sucesivamente. Por suerte, el alcohol duro es en Japón incluso más barato que en España. Y otra cosa positiva aunque la chela sea cara es que en Japón se puede comprar y consumir cerveza practicamente en cualquier lugar y a cualquier hora (con el tabaco ocurre prácticamente lo mismo), y que el precio de la chela no va aumentando conforme se hace da noche, y que hay maquinas de chela en todas partes incluso en la cima de cualquier montaña sagrada.


En cuanto al senderismo que vino después, senderismo borracho al estilo del Profeta Azul, vimos una hermosa cascada y algunas cosas interesantes, pero lo mejor del día fue cuando Unión y Alicia nos llevaron a unos baños termales típicos del Japón, también llamados onsen (温泉) con agua calienta surgida del viaje al centro de la tierra y todo. Como en los baños japoneses hay entrar desnudo (hay separación entre sexos), y los japoneses no están acostumbrados a tipos tan grandes y tan peludos, los niños se asustaron y comenzaron a gritar, y los viejos me confundieron con un Bigfoot y llamaron a la policía y vino la prensa y el ejército y terminaron durmiéndome con un dardo para osos y me llevaron a un laboratorio para hacerme pruebas. Kikukawa intentó aclararlo todo diciendo que yo no era un monstruo y que era su novio, así que al día siguiente Kikukawa salió también en el periódico como la novia del Monstruo. Quien quiera saber cómo terminó todo, que vea el correspondiente episodio de los Simpson. En la foto, vista de un pueblo típico japonés, con los tradicionales postes de alta tensión por todas partes.

martes, 18 de noviembre de 2008

MERAVELLES DE KANSAI: EL CASTILLO DE OSAKA, UN CONCIERTO TAIKO Y UNA BODA TRADICIONAL JAPONESA.

Se trata del único edificio histórico de la ciudad de Osaka, aunque en realidad ni siquiera es un edificio antiguo, pues desapareció totalmente durante los bombardeos de la segunda guerra mundial y fue reconstruido en los años 80 en el mismo sitio y con el mismo aspecto que el original, así que lo que hay en la actualidad no es sino una reproducción en cemento del castillo, si bien se conservan varias fortificaciones y elementos defensivos y religiosos secundarios.


Aunque carece de valor histórico, el edificio no sólo no está exento de belleza sino que además se integra perfectamente en el paisaje de alrededor, como es normal en la arquitectura japonesa tradicional (otra cosa es la moderna) y sirve de punto de referencia alrededor del cual se articula el hermoso parque en el que está situado, que por desgracia es el único parque grande que existe en toda Osaka, pese a tratarse de la tercera ciudad más grande de Japón con dos millones y medio de habitantes y diecisiete millones si contamos toda su área metropolitana.



Además el castillo en sí, destacan las hermosas vistas del mismo y de la ciudad que se obtienen desde el propio parque, un auténtico vergel en mitad de la hostilidad gris en medio de la cual éste se encuentra. En el parque podemos pasar un día entero paseando, haciendo deporte, contemplando pordioseros o realizando actividades absurdas como la de fotografiar fotógrafos.



El lugar me recuerda mucho a la ciudadela de Pamplona, por su localización en el centro de la ciudad, por su estructura en espiral rodeando el núcleo principal, por el uso lúdico, cultural y deportivo que le dan sus vecinos, y también por la hermosa combinación entre los espacios naturales actuales y los elementos defensivos que antaño constituían ambas fortalezas. En la siguiente imagen vemos un hermoso jardín tradicional japonés.


Uno de los pocos aspectos negativos del parque es que el agua de los fosos que rodean el castillo está totalmtente contaminada, hecho que resta algo de belleza al conjunto. Si el ayuntamiento no es capaz de limpiar el agua de esos fosos, quizás lo que deberían hacer es vaciarlos de agua y dejarlos a disposición del público en general, como ocurre con la ciudadela de Pamplona.


Mi primera visita a ese lugar fue el primer sábado de mi estancia en Japón, con la resaca de la visita de la noche anterior a Dotombori. (Si bien mi segundo día en Osaka me había dado la volada y había ido ya andando en línea recta desde mi casa, que está a 8 kilómetros, aunque no me acerqué del todo al castillo porque había quedado que lo haría con Rie unos días después). Una de las mayores alegrías de esta excurisón fue comprobar que mi célebre capacidad para encontrar actividades culturales gratuitas allá donde voy no se ha perdido con el cambio de país, de hecho ese día pudimos asistir a una boda japonesa tradicional (tal como se ve en la imagen) y a un concierto de Taiko.

El concierto fue realmente una maravilla, aunque por desgracia en el momento del concierto se nos había terminado la electricidad de la cámara y no pude tomar vídeos ni fotografías. El taiko es un estilo musical que sólo existe en Japón y que consiste en un grupo de unos diez tarados de todas las edades, incluyendo niños y viejas, vestidos a lo Karate Kid y armados con unos enormes tambores. Aunque esos tambores son el único instrumento que el grupo toca, los cambios de ritmo y de solista dentro de una canción determinada son anunciados y acompañados por los alaridos de cada uno de los miembros del grupo y es bastante divertido.

Os dejo un link a un concierto de taiko, pero si os metéis en youtube y ponéis taiko aparecen un montón.

martes, 11 de noviembre de 2008

RASCATAS, LUCES DE NEÓN Y EL RÍO MÁS CONTAMINADO DEL MUNDO

El primer viernes después de mi llegada a Japón, aprovechamos para ir a tomar chelas a Namba, la zona comercial más céntrica y famosa de la Osaka y una parte de la ciudad renombrada por sus rascacielos y por la gran acumulación de luces de neón que atesora, así que por primera vez pude sumergirme en el espectacular paisaje urbano que a todos nos viene a la cabeza cuando pensamos en el país del sol naciente.

Uno de los aspectos más curiosos de Osaka es que, como no hay una sóla empresa de ferrocarriles públicos o metropolitanos, sino que existen varias decenas y cada una cuenta con sus propias líneas de tren y sus propias estaciones, ocurre que con frecuencia, en las zonas más concurridas del centro, nos encontramos con varios kilómetros de estaciones de tren concatenadas las unas junto a las otras hasta formar un barrio entero en el que solamente hay estaciones de tren y de metro.

Además (y esa es una de las cosas que más odio de Japón), en este país, cuando bajas del metro, en vez de ir a parar a la calle, a menudo sales a una galería comercial subterránea que cuenta con tiendas de todo tipo, desde peluquerías a restaurantes o grandes almacenes, que se prolongan a veces por espacio de varios kilómetros. Pues dada la longitud de sus jornadas laborales y el tiempo que pasan transbordando y metidos en trenes, a menudo los trabajadores nipones se ven obligados a hacer todas sus compras diarias en las propias estaciones, sin poder salir a la calle, y por ello han ido surgiendo lugares de esta índole cerca de las estaciones más concurridas.

Esas galerías comerciales están normalmente interconecadas no sólo con sus estaciones de metro, sino también con la estaciones de metro de alrededor, con las galerías comerciales pertenecientes a las estaciones de metro de alrededor, y con las estaciones de cercanías, de autobuses y de taxis (y con sus correspondientes galerías comerciales) que suele haber debajo o encima de las estaciones normales de tren, de manera que acaban formando un monstruoso laberinto que abarca decenas de kilómetros de túneles, edificios, pasillos, sobreelevados, áticos, pasajes comerciales, pasarelas peatonales, rascacielos, estaciones y galerías comerciales interconectados entre sí.

A veces el solo hecho de intentar salir de estos sitios se convierte en una odisea. Yo sospecho que en estos lugares terribles las salidas están mal indicadas a propósito, para que te quedes atrapado en su interior indefinidamente y te conviertas en un consumidor eterno, atrapado en un aberrante bucle espacio temporal igual que Sísifo. De hecho, los habitantes de Osaka, cuando dicen que van al centro, a veces ni siquiera salen a la calle, y se pueden pasar un día entero recorriendo estos lugares abyectos y haciendo sus compras sin salir a la calle, sobretodo si el tiempo no acompaña.

En cuanto al exterior de estos barrios, junto a las habituales piezas de Tente dejadas caer a boleo, encontramos algunos rascacielos de máxima calidad como el de la imagen, pero en general la arquitectura del centro de Osaka es de una calidad tan pésima como en el resto de la ciudad.



En realidad, sólo hay dos lugares que merecería la pena salvar en Namba. Uno es Hozenji-Yokocho, una estrechísima callejuela que es lo único antiguo que se conserva en toda la ciudad de Osaka y que Rie no conocía y se sintió contentísima de conocer aquella noche.

Y para finalizar, el río Dotombori, uno de mis lugares preferidos de Osaka para tomar una chela. Pues pese a ser el epicentro del barrio, este estrecho canal, de cuyos niveles de contaminación se dice que son 9000 veces mayor de los niveles aptos para el baño (de hecho, muchos seguidores del equipo local de béisbol han muerto tras arrojarse a él borrachos para celebrar alguna victoria contra el equipo de Tokyo), es en realidad un magnifico y tranquilo lugar para sentarse a tomar unas chelas por la noche. Se trata, por supuesto, de la calma en el ojo del huracán, ya que a este sitio sólo da la parte trasera de los rascacielos de la zona, y en realidad no hay mucha gente ni mucho ruido, y nos sentamos en un banco a hacer botellón y a contemplar a este simpático atleta, uno de los símbolos de la ciudad de Osaka.

LOS PORDIOSEROS JAPONESES Y EL REY DE ESPAÑA

Estos días ha estado el rey de España en Japón y los medios de comunicación de este país han alabado unánimamente las virtudes democráticas de nuestro jefe de estado, quien por su parte ha dedicado gran parte de su visita a entrevistarse con el Emperador del país del Sol Naciente. En cuanto al oden del día, me imagino que uno de los principales a tratar sería el de discutir sobre las mejores maneras de extender la pobreza en el mundo, y dado que los dos gobernantes representan a dos de los países en los que en los últimos diez años más han crecido la miseria y las desigualdades, estoy seguro que ambos se congratularían de los éxitos obtenidos recientemente. En Japón, hace 15 años la miseria prácticamente no existía, y el 80 por ciento de la población se consideraba clase media, mientras que hoy es uno de los países desarrollados con más podioseros, con el que el añadido de que la vida de los mendigos de este país es si cabe más difícil que en la de otros sitios, pues no sólo la seguridad social gratuita no existe sino que prácticamente tampoco hay instituciones que practiquen la caridad, y a los indigentes les está prohibido pedir, con lo cual a menudo se ven obligados a vivir a base de reciclar la basura que dejan los demás y venderla a las grandes empresas, realizando de paso una labor que le correspondería hacer al gobierno. Tal panorama, cuya realización en España sería el sueño de personajes siniestros a los que le gustaría privatizarlo todo como Esperanza Aguirre, es difícil de superar por cualquier nación del mundo, pero la nuestra, ese lugar en el que hace falta el cien por cien del sueldo de una persona para comprar un piso, y en el que el gobierno acaba de organizar una colecta entre los pobres del país para ayudar a los multimillonarios, tampoco lo ha hecho mal estos últimos años, y se merece sin duda un lugar de honor.

Mientras las clases medias siguen desapareciendo en todos los países del mundo, es bastante curiosos ver como esas mismas clases medias se oponen a cualquier forma de revolución, de socialismo y a la nacionalización, ya que ven todo eso como una amenaza contra sus privilegios y contra su riqueza.

Y al final es gracioso comprobar, ironías de la vida, que es el propio capitalismo quien les arrebata sus riquezas y sus privilegios.

viernes, 7 de noviembre de 2008

MI VIDA DIARIA EN OSAKA. ARTÍCULO DEDICADO A UNA DE LAS MEJORES COMPAÑERAS DE TRABAJO DEL MUNDO.

Éste es un artículo que no tenía pensado realizar, pero como una de mis lectoras más apreciadas me lo ha pedido, voy a hacer una descripción de como es mi vida cotidiana en Japón para que os hagáis una idea.

De primeras, cada día tengo que madrugar porque en el alquiler que pago por alojarme en la residencia de estudiantes va incluido el desayuno y es hasta las 8 y media. El desayuno es de una calidad excelente y consiste en dos platos pequeños que varían cada día y que pueden ser crepes, salchichas, huevos con bacon, frutas con yogurt, etc., y luego puedes comer todas las tostadas con mantequilla y mermelada que te de la gana y todo el arroz que quieras y café y té, así que intento comer hasta reventar para luego hacer una comida a mediodía ligera porque la comida la tengo que pagar yo; hay días que aparte del café y el té, el arroz y los dos platos principales me he llegado a comer doce rebanadas de pan de molde, la idea principal es acumular reservas energéticas para cuando llegué la crisis definitiva del capitalismo y volvamos de repente a la edad media.

La clase empieza a las diez con lo cual tengo una hora y media para ducharme, estudiar un poco e ir a la escuela andando tranquilamente(tardo unos cuarenta minutos) siguiendo la ruta que se indica en el primer artículo en este blog. Por la calle escuchando una radio de los ochenta que me regaló Kikukawa y que utilizaba ella cuando vivía en Valencia. Hay una emisora japonesa que hace un programa para aprender un idioma diferente cada media hora. Aunque también hay de idiomas como ruso, alemán, coreano y chino que no los entiendo, los otros idiomas sí que los entiendo (español, español de Argentina, español de Méjico, italiano, francés, inglés, inglés británico, inglés de negocios, etc.), así que como los programas son en japonés y en el idioma estudiado, escucharlos me sirve bastante para aprender japo.

La habitación en mi residencia está bastante bien. Estaba limpia cuando llegué y no es demasiado pequeña, es como una habitación normal de hotel, lo único malo es que los baños son compartidos, pero los limpian a menudo así que no puedo quejarme. En mi residencia hay sobretodo chinos muy ruidosos. Saludo educadamente a todos, sólo me hecho amigo de un tipo de Taiwan. Hay cuatro o cinco occidentales (dos franceses, un canadienses y dos yanquis) que siempre se sientan juntos a la hora del desayuno y de la cena y hablan entre ellos en inglés, pero yo nunca hablo con ellos, los occidentales no me gustan, son mala gente y tiraron las bombas atómicas sobre Japón, derrocaron a Allende y quieren matar a Chávez, han llenado el mundo de contaminación y de desigualdades sociales con su capitalismo de mierda, así que prefiero no tratar con gente tan malvada.

Pateo a la escuela en la cual el 80 por ciento son chinos pero también hay bastantes coreanos y taiwaneses junto con una chica de la India, un tipo francés y un alemán. El francés se queja de que estudió lengua y cultura japonesas durante 5 años en su país, luego trabajó un año en Japón, y aún así no es capaz de hablar japonés correctamente y eso le angustia. Dice que el japonés es demasiado difícil, hay demadiadas maneras de decir lo mismo. Los chinos se pasan el día hablando chino entre ellos así que nunca aprenderán japonés. Lo mejor de mi clase son unos chinos aperillados que incluso en clase, cuando la profesora les pregunta en japonés, se ponen a hablar en chino entre ellos, qué ha dicho la profesora, no lo sé, tradúcemelo, eres idiota, etc...

Las chicas orientales de la escuela a menudo me piden que me haga fotos con ellas, y en los descansos ocurre con frecuencia que entra una chica de repente a mi clase, mira hacia todas partes disimuladamente como haciendo ver que anda buscando algo, y luego se queda observándome, hastq que vuelvo mi mirada hacia ella y se asusta y sale corriendo. Suelo recibir bastantes insinuaciones, pero siempre las rechazo con la mayor amabilidad posible. No me siento orgulloso, pues sólo se interesan por mí sin conocerme porque soy blanco y de ojos claros. Sólo me siento orgulloso de Kikukawa porque es la mejor persona del mundo, y me conoce bien, y aún sabiendo que soy un tipo despreciable, me quiere.

Me han puesto en el grupo de menor nivel porque hice la prueba casi nada más llegar de Valencia tras 30 horas de viaje y haber dormido dos noches seguidas en aviones y autobuses, pero soy el mejor alumno del grupo. Estoy aprendiendo rápido porque las clases me han costado una pasta y me las tomo en serio y aprovecho tosdos los momentos posibles del día para estudiar: cuando voy en tren, cuando espero a Rie en el parque, en casa antes de dormir, etc. Soy consciente además de que la mayoría de los japoneses trabajan más de 10 horas al día y yo no hago otra cosa que estudiar, de manera que me esfuerzo bastante (aunque dentro de poco, cuando reciba el carnet de guiri, tengo pensado empezar a buscar un curro). Casi todos los días hablo con Rie casi exclusivamente en japonés, así que mi nivel mejora día a día, y además las clases son muy buenas y los profesores excelentes. Cuando hablo japonés con gente del grupo intermedio noto que mi nivel es igual de bueno que el suyo o superior, en todo caso todavía tengo tiempo para seguir mejorando.

La clase termina a las tres, y mi papeo es siempre un sandwich o algo sencillito y baratito porque lo pago yo. Cojo el cercanías que me lleva al centro de Osaka y espero a Rie en algún parque entre pordioseros mientras hago los deberes, Rie aparece sobre las cuatro y media y damos un paseo, me ayuda con el japonés, tomamos una chela o un café y a las 7 y media u 8 nos despedimos, bastante pronto porque Rie se levanta a las 5 y pico entre semana para ir a currar. Vuelvo a coger el cercanías hasta la escuela, y desde la escuela camino media hora hasta casa, en casa me espera una cena deliciosa. Podría ir e metro a casa directamente pero me costaría 5 euros al día, haciendo la combinación de cercanías y andar 40 minutos me cuesta 3 euros y prefiero ahorrarme la diferencia para las excursiones y tajas del fin de semana.

Igual que en desayuno, en la cena de la residencia hay dos platos principales que cambian cada día y que son excelentes, y además puedo comer todo el arroz y la sopa que me de la gana, así que me pongo las botas. La comida japonesa es maravillosa en todas partes y muy barata. Sorprende que en un país tan industrializado se siga comiendo tan sano y tan bien. Dentro de poco escribiré un artículo al respecto.

Los viernes por la noche me voy con Rie a pirular por el centro de Osaka y a tomar cervecitas y a ver tipos curiosos. Los sábados y domingos, o bien se hace una taja en casa de algún colega de Rie, o bien nos vamos de excursión, normalmente a Kyoto o a Nara. Dos ciudades monumentales patrimonio de la humanidad, ambas a sólo media hora en tren de Osaka, las dos ciudades más bonitas de Japón, es como vivir a media hora en tren de Santiago de Compostela y Granada, o de Segovia y Córdoba.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

LOS PORDIOSEROS DE TENNOJI

Pese a tratarse de la segunda mayor economía del mundo, Japón está también entre las mayores potencias mundiales en lo que a pordioseros se refiere, principalmente porque su seguridad social es una de las más "inseguras" del mundo, diseñada siguiendo el modelo de los Estados Unidos durante la ocupación americana, tras la segunda guerra mundial. Una de las mayores sorpresas que uno se lleva al llegar al sol naciente es que en casi todas partes se ven mendigos; prácticamente todos los parques de barrio en Osaka cuentan con el suyo propio, mientras que los parques grandes acogen en ocasiones auténticos campamentos de tipos que carecen de techo. Aunque muchos de ellos viven en tiendas de campaña, otros habitan directamente en bancos, y los hay también que se montan una especie de refugio a base de paraguas. Y también se da el caso de los que moran en una choza, construida por ellos mismos, que cuenta con varias habitaciones incluyendo una pequeña terraza para el relajamiento familiar y un pequeño habitáculo para guardar la bicicleta (eso que no falte nunca, hombre, que estamos en Japón), con lo cual en la práctica, pese a tratarse de una sucia chabola, el sitio es más amplio que muchos de los apartamentos en los que viven algunos japoneses de clase media.

Uno de los barrios más interesantes de Osaka para ver pordioseros es el de Tennoji, un sitio que descubrí por casualidad ya el tercer día de mi estancia en Japón y que es una auténtica delicia para aquellos que somos aficionados a disfrutar de la contemplación de estos pobres seres. (Nota del editor: las insensibles y frívolas opiniones expresadas por el autor de este artículo pertenecen exclusivamente al autor de este artículo y no reflejan la verdadera opinión del autor de este artículo, cuyas verdaderas opiniones están reflejadas en un artículo de otro autor. Los abogados del autor de este artículo nos han confirmado que el autor de este artículo en realidad se siente apenado por la triste realidad cotidiana de los que carecen de una casa, y culpa a la crisis mundial creada por Zapatero de la existencia de tantos pordioseros en Osaka.)



Pues como iba diciendo, conocí este barrio por casualidad porque el sitio donde trabaja Kikukawa y el lugar en donde estudio están a una hora y pico de distancia en tren, por lo que todas las tardes quedamos en estaciones del centro que se encuentran a medio camino entre ambos lugares, y como suelo ser yo el que termina antes su quehacer diario me siento a esperar entre pordioseros en algún banco de esta zona y me pongo a hacer los deberes o a estudiar mientras. Una de las características de Tennoji, y en realidad de toda Osaka, es el predominio de una arquitectura de los años sesenta y setenta basada casi exclusivamente en el cemento, una arquitectura que en su momento fue funcional, optimista y moderna pero que hoy en día, a base de suciedad, deterioro y abandono de lo público, conforma un paisaje urbano vil y decadente. En realidad es ese tipo de arquitectura la más común en países como Japón e Inglaterra que asistieron a un gran desarrollo económico en los años sesenta y que construyeron mucho y sin pararse demasiado a pensar lo que hacían. Otras grandes ciudades del mundo tienen rascacielos por los menos elegantes y modernos, pero los de Londres y los de Osaka son por lo general auténticas aberraciones estéticas que no estarían ni siquiera permitidas en la Comunidad Valenciana.

Pero volviendo al tema de los pordioseros, uno de los secretos del éxito del sistema educativo japonés es que los niños son llevados de excursión a Tennjoji, desde la más tierna infancia, para intimidarles con la contemplacíón de lo que podrían convertirse si ya desde pequeños deciden no seguir las bondadosas órdenes de la señorita Pepis.


En Japón he visto por primera vez un tipo de mendigo que se hace pasar por basurero para recoger ellos mismos los desperdicios de más calidad. Y es que, la famosa competitividad del mercado laboral y de la economía japonesa, se reproducen también en otros ámbitos de la vida de esa nación.

Para finalizar el reportaje, nada mejor que un paseo por Shin Sekai, un lugar muy cercano a Tennoji cuyo nombre quiere decir "Nuevo Mundo".

Resulta que ese lugar surgió en los primeros años del siglo XX alrededor de una torre estilo Torre Eiffel que en su momento era el edificio más alto de Osaka. Esa construcción fue un hito tecnológico en su momento, y junto a las tiendas de alrededor, en las que a menudo se exponían los más sorprendentes inventos y las nuevas tecnologías que por aquel entonces llegaban a Japón desde Norteamérica, hizo furor entre los habitantes de Osaka, que llegaban a esta zona de la ciudad dispuestos a sumergirse en la vorágine de ese nuevo mundo.

Pues bien, hoy Shin Sekai es un lugar que el tiempo parece haber olvidado. El colorido de estas fotografías se debe a que mi cámara está estropeada y sólo funciona en modo pictórico, que es una función de la cámara que acentúa los colores para darle a las fotografías un toque pintoresco. Hoy en día éste es uno de los barrios más decadentes de Osaka, y sus polvorientos callejones albergan los más sórdidos recreativos, fritangas y tugurios que uno pueda imaginar, con gran cantidad de individuos siniestros deambulando por sus calles en actitud sospechosa. De hecho, se considera que los índices de delincuencia de esta zona son los más altos del país nipón, aunque ello sea probablemente equivalente a los índices de delincuencia de un barrio normal de Valencia.