ADVERTENCIA: Si lo único que te interesa de Japón son los tebeos, los videojuegos y los teléfonos móviles, ya puedes ir alejando tu desagradable trasero de este blog, porque no eres en absoluto bien recibido. Este es un blog sobre pordioseros, edificios asquerosos, viejas con forma de ele y resacas brutales con sake de pésima calidad.

domingo, 21 de diciembre de 2008

NAVIDADES (SEGUNDA PARTE)

Sin duda las mejores navidades de mi vida, a miles de kilómetros de toda la parafernalia que acompaña las navidades europeas, y además, como Rie cogió un resfriado y no salió de casa en una semana, en solidaridad con ella decidí no salir yo tampoco, así que me atrincheré en mi habitación a estudiar japo y durante tan señaladas fechas me pasé el día sin hacer otra cosa, excepto un par de visitas a la biblioteca de Nakanosima, ese oasis de civilización entre hostilidades máximas de rascacielos. En la foto, ese edificio bonito de tejado verde del centro. (En primer plano, el puente que persigue al río en lugar de cruzarlo)


Además, pese a lo que dije en el artículo anterior, las navidades en Japón no son tan importantes como parecía en un principio. Los centros comerciales y las empresas fabricantes de productos desinfectantes del cuerpo humano hicieron bastante ruido al respecto desde finales de octubre, pero al final los japones no tragan demadiado on el asunto, así que a parte de las barbies y de los beckhamsitos afeminados, (en sus versiones locales) en realidad el seguimiento de este festival tan absurdo es casi nulo en los barrios de Osaka.

Otra cosa son las tajas y de fin de año, deporte mucho más positivo y que en Japón tiene una gran aceptación. Por supuesto me refiero a esas reuniones que todo el muno llama "cenas" (de empresa, de clase, etc. ) cuando en realidad son meras excusas para doblarse o para intentar emborrachar a alguna compañera de trabajo que nos pone. Como el papeo y el chumeo son dos componentes fundamentales de la cultura japonesa, las tajas navideñas tienen gran importancia en el país en el que un café con leche es más caro que un bocadillo.

Para no ser menos que los japoneses, este año le comí la cabeza a mis compañeros de clase (chinos, taiwaneses y coreanos) y nos fuimos todos a cenar a una izakaya o izaskaya. Las izakayas son el equivalente japo a esas tabernas y antros oscuros de vinito y tapas que por desgracia están desapareciendo del centro de las ciudades españolas y siendo sustituidos por franquicias yanquis que todavía nadie ha explicado qué demonios aportan. Las izakayas son tugurios estrechos y tétricos donde el menú prácticamente se reduce a cerveza, sake y cuatro o cinco tapitas. Lugares maravillosos en los que me pasaría el día metido si no fuera por el alto precio de la chela en Japón. Sale mejor comprarse una lata de sake o de cerveza de 7 grados y bebérsela en un parque. Como en Japón no existe ni PP ni PSOE, se puede comprar y consumir alcohol en cualquier sitio y a cualquier hora.

Pues a lo que iba, al principio la taja de clase se presentaba un poco fría, pero ello duró hasta que mi compañero taiwanés, el venerable señor Go (no confundir con el venerable Ko, que es mi otro amigo de Taiwán); pues como decía, el venerable señor Go, que es el tipo que me regaló su bicicleta a cambio de una caja de chelas, la noche de la cena de clase se lió a pagar chelas y tapitas a diestro y siniestro y el resultado fue espectacular.

El venerable señor Go, aunque viste como un mendigo, pertenece a una de las familias más distinguidas y acaudaladas de Taiwán. De hecho su padre es un importante político perteneciente a la facción proyanqui y antichina que ha gobernado esa isla hasta el año pasado. Aunque hasta ahora siempre he simpatizado con el otro partido, el venerable señor Go ha sido hasta ahora uno de mis máximos benefactores en Japón, concediéndome taja y bicicleta. El venerable señor Go ha vuelto ya a Taiwán y no volverá a Osaka. Larga vida al venerable señor Go.

Totalmene tajados, decidimos subir al edificio más alto de Osaka. Aunque no soy partidario de esos inhumanos colosos de vidrio, ya que existen, los prefiero de diseño elegante antes que los estúpidos rascatas piramidales que la alcaldesa ha ido diseminando por la ciudad de Valencia. Además, el Umeda es realmente espectacular para finalizar la taja, con un mirador al que se accede por un ascensor exterior y por una escalera mecánica suspendida en el vacío no apta para cardiacos. Las vistas de Osaka dignas de una peli yanqui, junto con las otras fotos de la taja prenavideña de clase las podéis ver en el blog del venerable señor Go.

Aunque la entrada es algo abusiva, unos 5€, te puedes pasar allí arriba el tiempo que te de la gana, bebiéndote tus chelas traídas de casa e incluso, como está 24 horas abierto y está oscuro hay silloncitos incluso quizás sea posible dormir. Así que, ya que en Osaka apenas hay sitios donde puedas estar gratis, y el invierno es realmente frío, vale la pena ir ahí a tajarse con tus propia chelas antes que meterte en un bar.

De mi propia cosecha, cuando volví a subir al rascata una semana después con Rie, son las siguientes fotos, entre la que destaca la del famoso edificio atravesado por una autopista, edificio que los osakiotas conocen como el "edificio redondo", sin más, nombre que a mi entender no capta bien la esencia de ese sitio.




Esas fueron básicamente mis navidades. En año nuevo hice un viaje a unos lugares asombrosos del Japón profundo rural no turístico. Ya os lo contaré en futuras entregas. Eso, el reportaje sobre pirular por Osaka con la peor bicicleta de Osaka, y también mi ascenso fulgurante en mi escuela de japonés, donde he pasado del grupo de los imbéciles a al de los medianamente imbéciles.

lunes, 15 de diciembre de 2008

LAS NAVIDADES EN JAPÓN

Una de las cosas peores de la Navidad en España, incluso peores que la propia Navidad, es la de los pesados despotricando sobre la Navidad y quejándose de cuánto ha degenerado la Navidad, que antes era una celebración familiar y religiosa, llena de buenas intenciones, pero que fue degenerando hasta convertirse en pura especulación urbanística y consumismo desenfrenado.

Pues bien, en Japón esos tipos no tendrían motivo alguno para quejarse, pues en Japón la Navidad no se ha degenerado en absoluto, ya que fue puro consumismo desde el principio, nunca
pretendió ser otra cosa y nunca dejó de serlo.

A pesar de que se celebran por todo lo alto, con el típico prenavidad absurdo que en el país donde un bocadillo es más caro que un café con leche empieza a comienzos del mes de noviembre y poco a poco se va exacerbando con árboles de navidad en las casas, Papá Noeles, tarjetas de felicitación, centros comerciales, y toda la basura que acompaña estas fechas; los japoneses no tienen ni la más remota idea de porqué se conmemora la Navidad, y ni mucho menos que lo que en realidad están celebrando es el cumpleaños de Dios.

Por lo tanto, la Navidad en Japón es mejor que en España porque sólo tiene el lado consumista, sin tener nada que ver con la religión que más daño ha hecho a la humanidad en general y a los niños en particular.

Me han llegado a preguntar si en España también hay Navidad como si las navidades fueran un invento japonés luego exportado al resto del mundo igual que la Play Station; las navidades en Europa sonaran como algo exótico, y lo de los horribles rascacielos y los pasos a nivel decorados con absurdas lucecitas de feria fueran tan normales como el bocadillo de tallarines.

A menudo ironizo sobre esa cuestión con mi compañero de residencia taiwanés. Cuando le preguntó por qué se celebran las navidades en su país, el tipo se ríe de su gobierno proyanqui y dice que en su país hay vacaciones los días en que hay vacaciones en Estados Unidos.

El superconsumismo japo se acentúa en navidades en el país que es como Benidorm en agosto aunque sin playa y 30 veces más grande, pero como ya durante el resto del año es de por sí exagerado, tampoco cambia demadiado.

En cuanto a mí mismo, como soy un estudiante pese a tener casi 40 años, me voy de vacaciones el día 19 y no vuelvo a tener clase hasta reyes o por ahí (aunque aquí reyes no hay, afortunadamente), así que supongo que durante un tiempo dejaré de actualizar este blog y también los otros.

Durante ese periodo hay varios viajecitos programados incluyendo una estancia en uno de los hostales más baratos y cutres de de Japón, perdido entre las montañas y con aguas termales alrededor, esas "piscinas" que tanto le molan al Profeta Azul.

Este miércoles tampoco hay entrega del blog porque voy a recoger la bici del tipo que se larga, así que daré unas cuantas vueltas por el barrio e intentaré llegar a mi escuela en bici.

Finalizo con unas fotos del sábado pasado que fuimos al festival llamado Kobe Luminarie (神戸ルミナリエ). ¿Os suena de algo?



Sí, nano, la calle Sueca en fallas. Se trata de un festival que se lleva a cabo todo los años en la ciudad de Kobe que está pegada a Osaka y que es famosa por sus vacas a la que unos tipos dan masajes, bañan en sake de calidad y ponen música clásica para que luego la carne que se produce salga mucho más tierna y deliciosa (imaginad luego el precio de esa carne).

El festival consiste en lucecitas en recuerdo de las víctimas del famoso terremoto de Kobe de 1995 que mató a a decenas de miles de personas.

También hubo un concierto de アイドル o aidoru (que es la pronunciación japonesa del término inglés idol).

Preadolescentes japonesas con faldita cortísima cantando pop industrial estúpido, más estúpido aún que el pop estúpido que se oye en España, y entre canción y canción cada una de las componentes del grupo se presenta hablando con voz de niña pequeña.

Me estaba muriendo de risa y preguntándole a Rie si era una broma hasta que oí que unos viejos salidos gritaban el nombre de la cantante, y además Rie me explicó que hay también un preadolescentes japonesas que luego se visten igual y hablan igual porque también quieren ser famosas, y entonces reparé en que lo de las アイドル va en serio y además es peligroso, y en cualquier país normal estaría prohibido, y de hecho están aumentando los crímenes sexuales contra chicas jóvenes en todo el país, pero esta industria mueve millones en Japón y en Japón hay cientos de normas absurdas que regulan como tiene que sentarse la gente, saludar, moverse y hablar, pero sin embargo a las grandes empresas no se les puede ni estornudar.

Como no tengo fotos del evento, os dejo un link a un concierto aleatorio de aidoru en youtube.

Volveré para desearos un 2009 aún peor que el 2008.

Que tengáis una Navidad pésima, alejados de vuestros familiares y seres queridos y sin apenas dinero.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

PERSONAJES CURIOSOS QUE ME HE IDO ENCONTRANDO EN JAPÓN

Lástima que no tuviera la cámara (de Rie) en ese momento. Hoy Osaka se ha levantado con una niebla más densa que ninguna que haya visto antes incluyendo los tiempos en los que vivía en Londres. Una niebla que confería a la ciudad un halo verdaderamente misterioso y fantasmagórico, con las fachadas de sus feos edificios y de sus fábricas difuminándose en la lejanía como en una peli americana de terror de los ochenta. También se podría considerar la cuestión desde el optimista punto de vista de que la ciudad era hoy menos fea que de costumbre, debido a que la visibilidad era casi nula. Pero eso es otra historia, y de lo que me apetece hablar hoy es de los personajes raros que habitan en este supercontaminado rincón del planeta.

El comedor de la residencia en donde vivo es una especie de planeta tierra en miniatura en la que los occidentales se sientan a comer en una esquina, los japoneses en otra, los chinos en una diferente, los taiwaneses en otra distinta (aunque a veces se producen contactos esporádicos entre taiwaneses y chinos), y yo en otra distinta a todos los demás, excepto si en el momento en que me siento a comer está cierto taiwanés con el que hablo algunas veces pero otras no.

Una de las cosas más divertidas de taiwaneses y chinos, y que me recuerda a mi Egipto natal, es que los taiwaneses siempre afirman ser diferentes a los chinos y que su idioma es también diferente, pero se comunican con los chinos no en japonés ni en inglés sino en una lengua que parece idéntica al chino, con la única diferencia en que los taiwaneses gritan al hablar ese idioma y los chinos también gritan al hablarlo, pero mucho más.

Aparte de ese tipo y Rie, últimamente he dejado de relacionarme con cero personas y ya he hablado con algunos tipos más, he incluso me tajo con otro tipo de Taiwán cuyas mayores aficiones son las chelas y visitar monumentos del Japón, aunque lo más importante de este tipo es que, como en Navidad vuelve definitivamente a a su país, me va a vender su bicicleta a cambio de una caja de chelas, con lo cual dejaré de ser el único japones que no tiene bicicleta aunque seguiré siendo el único que no tiene teléfono móvil. Por cierto, resulta curioso el hecho de que el tipo va a mi clase desde el principio, pero hasta hace una semana no me había dado cuenta de que vive también desde el principio en la misma residencia que yo.

Uno de los personajes más extraños que he conocido en Japón es un gordo de nacionalidad china que se ha quedado encerrado en un interesante y retorcido triángulo vicioso según el cual acaba de comprarse de un ordenador porque dice que no sabría qué hacer si no tuviera uno, pero al mismo tiempo se queja de que se aburre en Osaka y que el día se le hace muy largo, sobretodo los fines de semana, porque nunca sale de su habitación, mas cuando se le propone ir al castillo de Osaka o a tomar chelas, el tipo se niega porque dice que fuera hace frío y que no tiene dinero, y a menudo me pregunta cómo es Osaka, porque aunque es la ciudad en la que vive no la ha visto nunca.

Hay también un tipo de Okinawa con el que hablo bastantante últimamente. A ese tipo le gusta charlar conmigo principalmente porque le encanta el fútbol europeo y se sabe todos los jugadores de todos los equipos incluso los del Valencia. No es que sea muy interesante, pero es la única oportunidad que tengo de hablar regularmente japonés al margen de Kikukawa, además el tipo no sólo estudia sino que además trabaja por las tardes en una tienda de pastelitos calientes con forma de pez rellenos de cremosa, maravillosa crema de natillas, y casi todos las noches que me lo encuentro me regala un par de pececillos de esos, de manera que no hay nada que discutir sobre ese tema.

La otra noche se produjo una de las mejores conversaciones de la historia cuando el tipo de Canadá (el único occidental de mi residencia aparte de mí mismo, pues los demás se han marchado a otra, supongo que por mi culpa), se sumó a mi conversación con el tipo de Okinawa, y el resultado fue de lo más pintoresco. Para quien no lo sepa, Okinawa es un archipiélago al sur de Japón, bastante separado del territorio principal japonés y con un paisaje y un clima parecidos al de las Islas Canarias, con buen tiempo durante todo el año. Así que fue interesantísimo escuchar hablar al tipo de Okinawa, que en Osaka se muere de frío y que nunca ha visto la nieve, con el tipo canadiense, que incluso estos días que estamos a 5 o 10 grados va en manga corta, y que cuando vivía en su pueblo natal, al salir de casa todos los días veía una aurora boreal.

Lo más curioso de ese tipo canadiense es que cuando habla japonés y hay una palabra que no sabe cómo se dice, es la única persona del mundo que en lugar de buscarla en el diccionario, preguntarla, dar un rodeo para evitarla o explicarla con sus propias palabras, suelta la palabra directamente en inglés, con lo cual acaba hablando en una lengua que alterna palabras de ambos idiomas y que suena más o menos así:

-CANADA  は 神戸 同じ ぐらい わたし の HOMETOWN わ DIFFERENT ...

La historia de Okinawa, por su parte, es bastante interesante también, pues se trata de hecho del único territorio japonés en que una parte importante de la población desde la independencia o al menos cierta autonomía con respecto a Japón. Durante la segunda guerra mundial, se produjeron sagrientos combates entre americanos y japoneses en estas islas, con el resultado de decenas de miles de habitantes de Okinawa muertos en el fuego cruzado, y miles de los que sobrevivieron fueron obligados a suicidarse por los oficiales japoneses antes de marcharse del país. Al acabar la guerra, la isla pasó a formar parte de Estados Uniodos, que la devolvió a Japón en los aós 70 aunque manteniendo bases militares en su territorio, hasta el punto de que el 40 por cierto de la isla más grande del archipiélago principal está ocupado por terreno militar yanqui, produciéndose de tanto en tanto manifestaciones entre la población local, que dirige sus iras tanto contra el gobierno japonés como contra el americano.

Y como el artículo se está haciendo ya demasiado largo, otro día os hablaré de los personajes curiosos de la fauna callejera de Osaka (hasta ahora todos los de los que he hablado son personajes que viven en mi residencia), como por ejemplo un viejo tarado, mucho mejor incluso que el Gritón, que se acerca todas las tardes, justo a la hora en la que todo el mundo sale del trabajo, al paso de cebra más concurrido de todo el centro de Osaka, y se dedica a molestar a los peatones cantándoles desafinadamente canciones tradicionales japonesas, directamente en la oreja, con un megáfono.