ADVERTENCIA: Si lo único que te interesa de Japón son los tebeos, los videojuegos y los teléfonos móviles, ya puedes ir alejando tu desagradable trasero de este blog, porque no eres en absoluto bien recibido. Este es un blog sobre pordioseros, edificios asquerosos, viejas con forma de ele y resacas brutales con sake de pésima calidad.

domingo, 29 de marzo de 2009

6 MESES EN OSAKA

Acabo de volver de unas excelentes minivacaciones en una pequeña y remota. Como el hecho de estar en Japón es ya de por sí unas vacaciones, se trataba por lo tanto de unas intraminivaciones, un deporte que incluso en los países desarrollados sólo las personas más inteligentes se pueden permitir.

Para atraer el turimo internacional en una zona de Japón no demasiado conocida internacionalmente, el gobierno de la provincial de Okayama, en la Comunitat de al lado de la mía y a dos provincias de Osaka, ha creado una red de hoteles racistas, una clase de alojamiento rural sencillo pero de gran calidad situado o bien en edificios históricos o bien en pueblos aislados o en zonas remotas del mar o de la montaña. En tales lugares sólo pueden alojarse o bien extranjeros de mierda o bien japoneses acompañados de guiris, tiene que haber como mínimo un guiri. Además de que el precio es asequible, para extranjeros es más barato, y para estudiantes extranjeros aún más, por lo que a mí me contó solo dosmil yenes la noche, un verdadero chollo en Japón, más barato incluso que un youth hostel.

Y eso que la villa internacional que elegimos esta vez solo tiene 5 habitaciones, todas ellas dobles, amplias y con vistas maravillosas al mar y a la montaña, a walking distance de la playa y de las rutas de senderismo de una pequeña isla paradisiaca del mar interior de Japón. En la isla hay un pequeño pueblo tradicional de menos de mil habitantes, el noventa por ciento viejos, que cultivan los campos de alrededor de sus casas.

Van a ser 6 meses desde que vine a este país y la verdad es que me siento cada vez más a gusto. Es verdad que es una vida artificial e insostenible, que me puedo permitir gracias al dinero que ahorré tras varios años de durísimo trabajo en una de las empresas con más proyección de la monarquía bananera. Si estuviera trabajando y estudiando y no sólo estudiando, quizás las cosas no serían tan fáciles. A veces tengo remordimientos porque todo el mundo en Japón está ocupado y con prisas a todas horas menos yo. Podría coger un trabajo a tiempo parcial mientras estudio, igual que hacen mis compañeros de clase, pero mi vida ya no sería tan placentera, así que prefiero seguir como ahora, sin lujos de ningún tipo y siempre estirando la pasta pero sin penurias. Además, va contra mi religion, principios, estilo de vida y política de empresa realizar dos cosas a la vez que requieran algún esfuerzo.

Los pequeños pero emocionantes viajes que puedo permitirme en estas tierras son un placer, pero lo más emocionante es la vida cotidiana. Actividades que en España serían terriblemente vulgares y anodinas que sólo por llevarlas a cabo en Osaka se convierten en experiencias sublimes.

Por ejemplo, los domingos y festivos en mi residencia no dan papeo y voy a desayunar a un lugar atendido por una vieja y al que solo van viejos cuyo menú desayuno es un chollo, y que está decorado como las típicas cafeterias de carretera de los años 70 que salen en las películas yanquis.

Luego suelo ir en bicicleta a la biblio de mi barrio, que está a solo 7 minutos y medio de mi casa en bici, aunque no tiene internet. Esa biblio sirve para leer el periódico japonés en inglés “The Japan Times”, (todavía no puedo leer el periódico en japonés porque tiene demasiados kanjis). Dentro de los periódicos japoneses, la mayoría de ellos más bien conservadores, este “Japan Times” está considerado un periódico cosmopolita, abierto, imparcial y liberal. En realidad se trata de pura propaganda proyanqui ultracapitalista disfrazada de información. Por ejemplo, pese a que Estados Unidos suele invadir países con relative frecuencia, arruinar la economía mundial, hostigar a gobiernos democráticamente electos, fomenter la tortura, apoyar dictaduras y un largo etcétera de maldades, la culpa de todo aquí es siempre Corea del Norte, al que se califica continuamente de estado rudo, belicoso, hostil, etc., pese a no haber atacado a nadie; mientras que USA es el país de las barras y estrellas, el país norteamericano, etc. ningún tipo de descalificación ni insulto.

Periódicos como el País, el Mundo o The Japan Times son un compendio de manipulación y de malas intenciones, pura maldad periodística. Es preferible no leer absolutamente nada, o no saber ningún idioma, ni siquiera el del sitio en donde uno vive, o pasarse el día viendo películas del oeste de manera interrumpida sin ni siquiera pensar antes de que perder el tiempo con toda este tipo de basura.

Por cierto, que mientras estaba en la sección de libros juveniles de la biblio fui asaltado por una mamá japonesa que me invitó a acudir la semana que viene al club familiar de la biblioteca, donde niños, mamas y viejos acuden a divertirse, bailar, jugar y practicar idiomas una vez al mes. Si se tratara de España jamás se me ocurriría acudir a una actividad tan vergonzosa. Pero siendo Japón, el solo hecho de plantearme acudir resulta tan surrealista y delirante que he decidido que si no tengo absolutamente nada que hacer ese día consideraré la propuesta.

Para seguir integrándome, mi siguiente objetivo es que las viejas del sitio de desayunos me tomen cariño y empiecen a invitarme a su casa a merendar los sábados y me preparen enormes tartas e incluso me adopten como nietos y me asignen una paga seminal, no necesariamente alta, a partir de unos veinte euros a la semana bastaría.

Esta semana el padre de Rie, que trabaja en una conocida multinacional japo que hace paraguas y ordenadores me va a vender un portátil nuevo de la empresa por 300 euros. Parece ser que están sin pasta por la crisis y están vendiendo ordenatas a precio de saldo para no irse a pique.

Entretanto, el venerable señor Kou a vuelto a su país definitivamente, con lo cual el número de amigos aparte de Rie pasa de uno a ninguno pero el número de bicis de uno a dos. Siguiendo la tradición, me regala su bicicleta que esta vez no es la peor del mundo sino todo lo contrario, tiene hasta cambio de marchas, reposachelas par air tomándote una caña mientras vas al colegio, reposaparaguas, etc. aunque he decidido que seguiré usando la vieja, la buena la usará Rie para nuestras excursiones a ver pordioseros al Yodogawa.

Aparte de la bici, mi nivel de vida ha aumentado radicalmente porque el señor Kou, ese seguidor del Che y de Obama que no tenía amigos, me ha regalado más de 8 bolsas de trastos entre los que se encuentran más de 50 perchas, comida para gatos, una cafetera, un impermeable, media docena de abanicos, cientos de paquetes de klinex, numerosos cables, artefactos que no sé lo que son, altavoces, tres sillas, una trampa para mosquitos, una colección de gorras Nike, una television, dos impermeables, un pomelo, café molido, 2 paraguas elegantes, una brújula, pilas, bombillas, una libreta, cientos de bolis, y un interminable etcetera. Así que, por convertir mi habitación en la cueva de un comerciante fenicio o en un auténtico bazar persa, buen viaje, y larga vida al venerable señor Kou.

sábado, 28 de marzo de 2009

EPÍLOGO A UMEDA

Puede que no sea importante pero se me ha olvidado mencionar dos lugares para comer en Umeda que por sí mismos se podrían considerar meravelles de Kansai, así que el es de justicia explicarlos para no dejar incompleto el artículo anterior.

El Maru: significa redondo, aunque no sé porqué. En un estrecho y siniestro pasillo de bajo de las vías de tren, el local consta de una simple barra en forma de U en la que caben unos 7 tipos. No hay cocina, como tantos sitios en Japón la cocina es el otro lado de la barra, donde hay un tipo cortando pescado y preparando menus en un metro cuadrado de terreno. Sólo se ofrecen tres opciones: sasimi (pescado crudo), cocido japonés o el mixto, que es la mezcla de ambos. El menú sashimi mediodía es una de las grandes gangas de Japón. Por 750 yenes, unos 6 euros, en pleno centro de Osaka, menu más barato que el de un bar cutre de barrio de Valencia, y además se puede repetir arroz gratis y el pescado es de grandísima calidad y la dosis, bastante considerable.

El Naniwaka o Naniwauchi: este sitio es un agugero de dos metros de ancho y tres de largo situado entre rascatas en la principal arteria del centro de Osaka. Hay un menu de pollo frito, arroz y tallarines por 590 yenes, menos de 5 euros, increíble. No hay camarero ni nada. Compras el tiquet del papeo deseado en una maquina a la entrada y se lo das directamente a la cocinera, la cual te lo cambia por la comida correspondiente. Este local se recomienda por la noche, pues con la música jazz y la vista de los rascatas de alredededor por la noche nos hace sentir como en una peli yanqui de los ochenta.

martes, 17 de marzo de 2009

MERAVELLES DE KANSAI: UMEDA


El centro de Osaka cuenta con dos núcleos neurálgicos principales: Namba, en la parte sur del centro, y Umeda, en la parte norte.

Namba es el más turístico de los dos porque contiene el centro histórico de Osaka (una sola calle de un metro y pico de anchura y menos de cincuenta de longitud); y también el río Dotombori, cuya ribera es sitio ideal para tumbarse en el suelo a jugar al tenis en un entorno de película de ciencia ficción.

Sin embargo a mí me gusta más Umeda. Quizás por su estética cutre, quizás porque no atrae a tantos guiris, o quizás simplemente porque estoy acostumbrado: casi todos los días paso por aquí al venir a la biblio, y además es el punto natural de entrada al centro desde el barrio periférico de la zona norte de Osaka en el que vivo, al otro lado del sucio río Yodo.





Umeda significa campo de ciruelos, nombre que indica que alguna vez debió haber algún tipo de vegetación en esta zona. En realidad, un nombre más adecuado para esta parte de la ciudad sería: "campo de rascatas", o quizás "bosque de estaciones de tren apretujadas las unas encima de las otras en aparente caos".



El origen de esta zona como centro del entretenimiento, los papeos y los negocios es el típico. En un principio, aquí no había nada, se terminaba la ciudad, hasta que pusieron una estación (como la Estación del Norte que hay al sur de Valencia). Una estación que comunicaba Osaka con Kyoto, Kobe, Tokyo y todos los otros sitios del norte de Japón. A raíz de ello empezaron a surgir rascatas y estaciones de tren de manera aparentemente aleatoria. Rascatas y estaciones de tren, y no edificios antiguos y comercio tradicional, por ejemplo, son los dos elementos que caracterizan el centro de cualquier ciudad japonesa.



En resumen: más de una decena de estaciones de tren, autobús, metro, taxi, cercanías, etc. cada una de ellas del tamaño de Atocha, en un espacio de menos de un kilómetro cuadrado. Alrededor de ellas, un verdadero enjambre de pasillos, pasarelas peatonales, túneles, callejuelas y galerías. Algunos de esos pasillos son sólo galerías comerciales pijas que imitan el estilo occidental (incluso existe una pasarela subterranea de tiendas de ropa que tiene el suelo empedrado y fuentes iluminadas para que te creas que estás pirulando por el centro histórico de Roma o París en vez de bajo tierra en el centro de la ciudad más fea del mundo). También existe lo contrario, túneles siniestros en los que hay antros maravillosos para comer por un precio asequible, negocios de dudosa moralidad, comercio de barrio en el que siempre hay lugar para los venerados pachinkos.



Algunos de los lugares de interés que hay en Umeda o cerca de Umeda son; el rascata Umeda Sky Biru, el más famoso de la ciudad , al que subí en navidad para complacer al venerable señor Go; el edificio atravesado por una autopista; la Biblioteca de Nakanoshima, desde donde se escribe este blog.



Pero fundamentalmente, mi lugar preferido son unas oxidads pasarelas peatonales de estética setentera que sirven para cruzar por arriba la avenida Mido-suji, arteria que cruza Osaka de norte a sur.



Esas horribles pasarelas sin interés aparente constituyen en realidad una especie de micromundo, una sociedad paralela en la que personajes de variada índole realizan actividades que en la parte de abajo de la ciudad, en la parte donde se vive al día, no estarían toleradas o no serían entendidas. Actividases tan diversas como conciertos de rock callejeros, abrazos gratis, venta ambulante de objetos realizados por uno mismo, adivinación del futuro, reparto de panfletos propalestinos, oraciones budistas a cambio de pasta, viviendas ilegales céntricas y con buenas vistas.



En una ciudad sin plazas como Osaka, estas excelentes pasarelas superan la vulgar función para la que fueron construídas y se convierten en un nucleo fundamental de la cultura popular de la urbe, espacio de convivencia de personajes de clases sociales distintas.


Lugar estupendo para tomar unas chelas en plena calle y disfrutar de la estupenda música gratuíta todos los días del año, entre pordioseros, ininterrumpidamente desde la hora de comer hasta la media noche, sin necesidad de que la Generalitat de Osaka-fu tire cientos varios millones de yenes a la basura para traer a la ciudad a un puñado de patéticos grupos británicos.


Y no se trata de un simple músico callejero tocando un instrumento, sino comúnmente de grupos de rock o punk metiendo distorsión a lo bruto en medio de la calle con potentísimos equipos de amplificación, y a veces verdaderas orquestas con varias secciones de cuerda y viento, o cualquier instrumento raro de música clásica.


Nos podemos encontrar cualquier cosa, desde una estudiante de bachiller sola, vestida con el uniforme del cole y cantando en solitario baladas al piano a 5 grados bajo cero un miércoles de invierno por la noche, entre tipos trajeados que vuelven a casa por la noche apestando a sake, hasta grupos de 8 o 9 tarados cuarentones en bermudas tocando mezcla de ska y reggae tipo skapara. Y por supuesto, el clásico rock alternativo japo con cuatro tipos metiendo mogollón de distorsión alrededor de una chica con cara angelical que cantan melodías dulces.

Además, los grupos se sincronizan para que cuando la policía llega para pedir amablemente a los músicos que dejen de tocar, empieza a tocar otro grupo en la parte opuesta de las pasarelas, y así se van sucediendo decenas de conciertos diferentes de cinco o seis canciones durante todo el día.


Y a parte de eso está el viejo del megáfono, que hace su propio concierto sin sincronizar con nada. Ese tipo se limita a esperar a que el paso de peatones se ponga en verde para berrear al oído a los estresados peatones hasta que se queda sin voz. Ese tipo es maravilloso, una vez hasta un tipo le pegó una patada de karateka y le tiró al suelo y el tipo se levantó sin decir nada y siguió berreando con la misma dedicación de siempre. Todavía no tengo fotos, pero cuando las tenga le dedicaremos un capítulo como meravella de Kansai en sí mismo.










En cuanto a mí, estoy de vaciones durante un mes porque empiezan las vacaciones de fallas en mi escuela. Todo el mundo espera ahora que florezcan los cerezos, lo que significará la llegada definitiva del calor y la oportunidad de lanzarse en masa a los parques para emborracharse en familia o con otros pordioseros. No sé si entre viajecito y viajecito tendré tiempo de seguir escribiendo, pero lo intentaré seguro.

Van a ser casi seis meses en Japón, y mi segundo trimestre estudiando este idioma extraño. En el nivel de los intermmedianamente imbéciles, he alcanzado la cuarta posición de clase en los exámenes de final de periodo en un grupo de 13 personas (todos ellos chinos que por tanto entienden los kanji), once de las cuales llevan un año o más estudiando en la misma escuela, es decir, el doble que yo. Está bastante bien, pero podía haber sido mejor si no hubiera pinchado en el examen de oreja-entender, en donde me quedé con un pobre 51 por ciento (en todos los idiomas que estudio, mi punto débil siempre es oreja-entender).

En el resto de los exámenes he arrasado, incluyendo un 96 en conversación, el más alto de la clase, y un 97 por ciento en gramática, el más alto empatado con otra persona.

Es un alivio descubrir que pese a los cientos de miles de tajas y tosos los golpes en la cabeza sigo teniendo una habilidad especial para entender intuitivamente la gramática de cualquier lengua extranjera que estudio.

No es por presumir, hay quien tiene talento para la pintura, a otros se les da el piano, yo además de esa capacidad tengo un talento especial para perder cosas y para desordenar sin darme cuenta todo lo que hay a mi alrededor.

jueves, 5 de marzo de 2009

MERAVELLES DE KANSAI: NARA

Mi vida en Osaka se pone cada vez más interesante. Hoy mi profe de gramática me ha preguntado si en España hay semáforos, y en la clase de expresión escrita, cuando una profesora diferente le ha preguntado a una compañera china cuál es su comida preferida, ésta ha dicho que la mayonesa. Otro chino, cuando le han preguntado a él, ha respondido: "la comida italiana"." ¿Por ejemplo?""Udon".

Además, aunque todavía no florecen los cerezos, lo hace ya los ciruelos, igual de hermosos. Pero lo mejor sin duda, los viejos y pordioseros que aprovechan la excusa del florecimiento para pasarse el día haciendo sueling y botellón con latas de tenis en los jardines del castillo de Osaka, cosa que demuestra que Japón es un país mucho más avanzado y de costumbres más liberales que la Monarquía Bananera.

En cuanto me envíe las fotos, os las enseñaré, por supuesto Pero en esta entrega de les meravelles de Kansai voy a describir una de las mejores ciudades del mundo para pasar un domingo bebiendo chelas y paseando en un entorno fantástico de naturaleza, cultura y edificios antiguos. Nara, una ciudad tranquila y hermosa que en realidad es la antítesis del día a día que se vive en la mayoría de las ciudades de este país extraño.

Nara fue la capital política del país del sol naciente durante menos de cien años en el siglo VIII. Aunque desde entonces nunca ha vuelto a ser la ciudad más importante del país, siguió siendo uno de los centros religiosos más fuertes, cosa que hizo que una gran cantidad de templos y de edificios interesantes se hayan conservado hacia nuestros días.

Pero sin duda lo mejor de la ciudad, aunque tiene un centro histórico excelente y no turístico, en uno de cuyos museos me hicieron el primer regalo "por ser americano" desde que llegué a Japón, es sin duda es Nara Koen (奈良公園), literalmente"el jardín de Nara". Nara koen es un enorme parque, quizás del tamaño de una capital de provincia española pequeña, en el que hay diseminados un número casi ilimitado de templos, santuarios, museos, palacios, estanques, jardines, etc.

Algunos de estos edificios son impresionantes, como Todaiji 東大寺, el edificio de madera más grande del mundo, que está protegido por unos guerreros, también de de madera, de varios pisos de altura, que fueron esculpidos con tal realismo que parece que vayan a tomar vida en cualquier momento para empezar a degollar a los miles de turistas que profanan el templo cada día. Dentro del templo hay un Buda de bronce también de varios pisos altura, puede que la estatua más grande de Buda que haya en el mundo.

Una buena anécdota con respecto a ese edificio se produjo en relación a que a las dos semanas de llegar a Japón se celebró en él un concierto gratuíto de música clásica en los hermosos jardines de dicho edificio. Antes de llegar a Japón, Rie me envío un mail toda contenta diciéndome que había conseguido las entradas enviando dos cupones recortados del periódico y participando en un sorteo. Me lo dijo toda orgullosa por haber conseguido ganar el sorteo, dando la impresión que era un pequeño concierto a la que sólo podía asistir una minoría privilegiada.

Cuando llegamos allí, había una cola de varios miles de personas que casi daba la vuelta a Nara koen entero, pero aún así el concierto estuvo fue un auténtico placer, hasta tocaron una canción llamada "Las Fallas de Valencia"

Otro edificio destacable de Nara-koen es Kasuga Taisha 春日大社. Si bien todavía no he entrado, lo mejor de este templo son los accesos, un siniestro laberinto de escaleras de piedra enmohecida flanqueadas por fantasmagóricos candelabros, también de piedra estilo cementerio, que sólo se encienden una vez al año, creo que el 16 de agosto.

Para terminar en lo que a edificios de Nara Koen se refiere, Isui-en, el mejor de los jardines de Nara, me sirve para hacer una clasificación de los extraños tipos de jardín que existen en el país en el que un café es más caro que un bocadillo. Por ejemplo, el jardín seco, un tipo de jardín zen que carece de vegetación y está hecho sólo de arena y que en realidad es precioso pero no puedo explicar por qué lo es. Otro tipo de jardín en es el que consiste exclusivamente en tres o cuatro piedras tiradas en el suelo de manera aparentemente aleatoria.

Igual de rayante, está el jardín que sólo mola si es mirado desde un punto determinado y que está pensado para ser visto desde ese punto, si lo miras desde cualquier otro sitio no mola. Y luego hay otro que es más o menos más normal, pero que en el recorrido te ponen trampas para que te vayas tropezando en los sitios en donde el jardín es más hermoso, para que pases más tienmpo viendo esa parte del jardín.

Isui-en tiene dos jardines. Uno es del tipo "paisaje prestado", que consiste en utilizar un elemento externo al jardín para realzar la belleza de éste. En este caso, la montaña hace que el jardín, que en realidad es pequeñçisimo, se vea más profundo y más grande. Y también aprovecha un trozo de Todaiji, el templo de madera del que os he hablado antes. Si se tratara de España, este tipo de diseño provocaría hostias con la SGAE.
El otro jardín que hay en Isui-en pertenece al estilo artificial que utilizan la teconología del siglo XIX para crear complicadas cascadas, norias, estanques, etc. Tuvimos la suerte de que ese día nevara, justo exclusivamente durante los quince minutos que estuvimos en el jardín, que se puso precioso, aunque no se aprecia bien en las fotos si no las amplias.



Destacar también del parque de Nara en sí que está integrado perfectamente con las montañas que lo rodean, de manera que se pueden practicar varias rutas de senderismo partiendo del parque.

Y destacar también los miles de ciervos domesticados que pululan tranquilamente por el parque entre los turistas. Aquí vemos a una japonesa huir despavorida de uno de esos ciervos (otra strong para quien adivine quién).


Para acabar, mencionar que Nara cuenta con otro parque gigantesco pero no turístico y un poco más lejos del centro, pero a walkin distance de este. En ese parque están los restos, mueseos y reconstrucciones de varios pueblos ibéricos japoneses de cuando Nara era la capital. Además, hay varios estanques así como tumbas mastodónticas de reyes, túmulos inmensos de antes del budismo. Es un parque ideal, por su tamaño brutal, para recorrerlo en bici alquilada.

Repetición de las fotos del Yamayaki, la quema de una montaña.


lunes, 2 de marzo de 2009

NACIONALISTA DEL KANSAI

Como decía en anterior artículo, Kansai, mi Comunitat Autónoma, es problemente la región con más importancia histórica y cultural de Japón y también la que cuenta con más lugares de interés. Kansai tiene dos ciudades que han sido capitales de Japón: Nara y Kyoto (de hecho, Kyoto lo ha sido durante mucho más tiempo que Tokyo), ciudades que a su vez son las más turísticas del país; cuenta también con 3 de las 7 localidades más pobladas del Japón (Kobe, Osaka y Kyoto); con la ciudad que ha sido motor económico de Japón durante largos periodos (Osaka); con el lago más grande; la ciudad más occidental (Kobe); el mejor castillo; un acento propio humorístico como el de Andalucía; y con con varios de los monumentos más conocidos, como el templo de oro de Kyoto, el castillo de Himeji, el de Osaka, o los monsasterios budistas de la montaña de Koya. De hecho más del 80 por ciento de todos los edificios Patrimonio de la Humanidad de Japón están en Kansai; y sólo en la ciudad de Kyoto, de tamaño algo menor que Barcelona, hay más de 2000 templos, media docena de centros históricos en la misma ciudad, cientos de jardines tradicionales japoneses, un castillo y varios palacios de incalculable valor. Kansai es además, un potente centro económico, con un PIB que representa el 3 por ciento de todo el PIB mundial.


Kansai goza también con una geografía variada que va desde el caos urbanístico de la conurbación brutal Osaka-Kyoto-Kobe hasta los apacibles pueblos pesqueros entre campos de mandarinas de la península de Ki, pasando por las montañas al norte de Kyoto y sus bosques que recuerdan al Canadá, el enorme lago Biwa, los ríos contaminados de Osaka y también turismo playero en versión japonesa, en el norte y sureste de la región. Hace poco recibí la visita de un conocido que vive en Barcelona y al que le encanta Japón y que estuvo 10 días, seis en los alrededores de Tokyo y 5 en Kansai. Pues bien, lo que me dijo este hombre me confirmó lo que yo ya pensaba. Kansai es como un resumen perfecto de Japón en que se mezcla lo más tradicional y moderno del país del sol naciente, y que si lo hubiera sabido habría pasado los diez días en Kansai, pues es perfectamente posible y aconsejable venir a Japón y quedarse en esta zona del país sin necesidad de pisar a Kyoto. También opinó que Osaka es mucho más divertida que Tokyo, la gente mucho más abierta y libre y una atmósfera mucho más jovial. Yo también había decidido no pisar Tokyo durante mi estancia aquí, pero finalmente este verano creo que tendré que ir para acompañar a unos tarados.

Otra de las casracterísticas de Kansai es que es la única región del sol junto con Okinawa en la que existe un sentimiento nacionalista, aunque en otro sentido a cualquier nacionalismo de los que existen en España. El nacionalismo de Kansai consiste en sentir y afirmar que ellos son diferentes al resto de los japos porque ellos son más auténticamente japoneses que los demás, porque conservan más las tradiciones que el resto y porque la cultura japonesa tiene su origen en Kansai.

Kansai tiene como nucleo la aglomeración Osaka-Kobe-Kyoto-Nara, un estraño rombo triangular del tamaño mismo aproximado que la provincia de Valencia en el que se apretujan 20 millones de habitantes, el equivalente a la población de media España. Las cuatro ciudades, pese a estar a apenas 40 minutos de distancia entre ellas, son sin embargo muy diferentes en todos los aspectos. Dentro de poco ofreceremos reportajes individuales de estas ciudades:




-Osaka (大阪): destaca por la cocina, animación, pordioseros, arquitectura fea, rascatas feos, aire permanentemente sucio, ausencia inhumana de zonas verdes, luces de neón, economía informal, tiendas de barrio, viviendas ilegales construídas en lugares inverosímiles por el propio pordiosero que las habita, mercados que son un placer, gastronomía rica y a buen precio, urbanismo inhumano, estaciones de tren sin paredes que constan de un simple techo a base de persianas oxidadas sostenidas por bloques de cemento, gran variedad de antros de todo tipo, gente más abierta que en el resto del Japón.


-Kyoto (京都): del tamaño de Barcelona, es una de las ciudades más turísticas del mundo, se dice que se necesitan años para visitar todos sus edificios interesantes. De hecho, al contrario de lo que sucede en las ciudades europeas, el centro está formado por edificios modernos sin interés pero que están rodeados de un enorme anillo de templos, jardines, palacios, estanques, casacadas y santuarios que a su vez están rodeados de espectaculares montañas de tipo pirenaico. Además, es una ciudad universitaria y turística en la que se respira un ambiente cosmopolista y progre; un ambiente europeo y algo hipi del que carece totalmente Osaka.


-Nara (奈良): fue también capital de Japón antes de que lo fuera Osaka, y por ello conserva también espectaculares templos de montaña y restos arqueólogicos. Nara es singular a nivel mundial porque todos sus monumentos en vez de estar en un centro histórico o algo así (aunque sí que tiene centro histórico), están en un enorme parque de tamaño mayor a algunas capitales de provincia españolas, parque por el que deambulan a su antojo, entre los turistas, miles de ciervos domesticados.


-Kobe (神戸): se trata de la ciudad más "occidental" de Japón, pues en su momento se prohibió a todos los japoneses relacionarse con occidentales y lo contrario, manteniéndose una pequeña excpeción en Kobe. Junto con el hecho de tener más parques y un trazado urbanístico más agradable que otras ciudades japonesas, destaca por su ubicación entre el mar y las montañas, una especie de Donosti en japo, y también por su famosa carne de buey al que se le dan masajes, se baña en sake y se le pone música clásica para que luego los filetes estén más tiernos y sabrosos. También se conoce a Kobe por el terremoto del 1998 que mató a decenas de miles de personas y que hizo caer al gobierno. Cada navidad se celebra un famoso festival de lucecitas en la ciudad para homenajear a las víctimas.


Fuera del rombo, al noreste, más allá de Kobe, tenemos el castillo de Himeji, patrimonio de la humanidad, el castillo que mejor se conserva de todo el Japón y lugar que todavía no he visitado pero que me han dicho que es relamente espectacular. Al norte de Kyoto, nada más acabar está ciudad, hay de repente una zona de alta montaña preciosa que parece Canadá y que es ideal para hacer senderismo; un poco más allá está el mar que los japos llaman de Japón y los chinos de China. Al noreste de Kyoto queda el lago Biwa, el más grande del país.

La zona de alrededor de Nara destaca también por montañas desiertas, pueblos desconocidos, tumbas antiguas y varios onsen de calidad. La zona de Wakayama, al sur de Osaka, es también una zona poco poblada con templos de montaña como el de Koya, rutas de peregrinaje y algunos de los onsen mejores de Japón, como aquel que os conté que está a junto al mar, y otro mucho más remoto aún que está dentro de un río, con lo cual el agua hirviendo sale de debajo del río si quitas una piedra, y te puedes hacer tu propia bañera de agua caliente dentro del río y pasarte el día cambiando de frío a calor.

Un poco más lejos, pero todavía en Kansai, queda el santuario de Ise, también patrimonio Unesco, que ha sido destruido cada 20 años desde el siglo 9 según marca la tradición y construido siguiendo el mismo diseño unos metros más allá del anterior. Ese santuario sólo se puede ver desde fuera (sólo se permite la entrada al sacerdote del templo y a la familia Imperial). En el interior hay un salón al que sólo puede ingresar el emperador. En ese salón hay un cofre que guarda un espejo imperial que nadie ha visto desde que fue guardado en ese lugar en el siglo IX. Es el espejo del Emperador.

jueves, 19 de febrero de 2009

CURIOSIDADES Y DATOS GEOGRÁFICOS Y ESTADÍSTICOS SOBRE OSAKA

Mi Comunidad Autónoma en Japón se llama Kansai (関西). Aunque se trata de probablemente de la región con más historia, cultura y lugares interesantes de Japón (si es que eso es posible), y me siento más orgulloso de ser de Kansai que de ser japonés, Kansai carece en realidad de rango oficial, pues la división administrativa del país está está organizada a partir de unidades más pequeñas En realidad yo pertenezco a Osaka-fu (大阪府), que sería como el área metropolitana de Osaka, aunque espero hablaros de las excelencias de Kansai en futuros artículos.

Una de las particularidad de Osaka se comprueba mirando el mapa rosa de la derecha en este link. La ciudad en sí se limita a la parte rosa oscura del mapa, y su población es de sólo dos millones y medio de habitantes. Es decir una ciudad grande pero sin pasarse, más o menos a medio camino entre Barcelona y Madrid. Sin embargo, si le sumamos a Osaka todo lo que tiene alrededor, tenemos una ciudad bien diferente. De hecho, todas las localidades que en el mapa están en rosa claro alrededor de Osaka ciudad (大阪市) forman el áerea metropolitana, que es de hecho varias veces mayor que la ciudad en sí. Se trata de localidades independientes (más bien grandes, incluso algunas de ellas de más de un millón de habitantes) que funcionan como ciudades dormitorio y que se yuxtaponen las unas a otras apretujándose caóticamente entre sí, dando la sensación de que no cabe nada más, ni siquiera una miserable aldea, en esa sorprendente aglomeración macabra.

De hecho, toda la zona a varios centenares de kilómetros alrededor de Osaka, excepto el mar y la cima de las montañas, está urbanizada sin orden ni concierto alguno y sin que se cuenten demasiados parques o jardines de un tamaño más o menos decentes. La falta de espacio es tan grande que tanto el aeropuerto de Kansai como el de Kobe están construidos en sendas isla artificial en medio del mar, y unidos a la ciudad por varias líneas de metro, tren y autobús. Si toda esta conurbación de Osaka-Kobe, formara una sola ciudad, estaría entre las 20 más pobladas del mundo. De hecho, antes de la crisis de la burbuja japonesa de los años 80, se dice que sólo ocho países del mundo tenían una economía más grande que el área metropolitana de Osaka.

El metro de Osaka ya es el octavo más utilizado del mundo (y eso que incluye sólo a 8 de las 30 lineas que existen en la ciudad). Pues aparte del metro municipal, existen otras 8 compañías de tren privadas que tienen sus propios trenes, sus propias vías y sus propias estaciones, y que atraviesan la ciudad y sus alrededores por bajo tierra, por encima del nivel del suelo, y también al nivel suelo. La red de ferrocarriles de cercanías y de metro Osaka y la de Kobe se juntan con las de Kyoto y las de Nara hasta formar una especie de telaraña monstruosa en la que es difícil saber mirando el mapa incluso en qué ciudad te encuentras, ya que además no existe una estación central sino cientos de estaciones pertenecientes a barrios y ciudades distintos del centro y de la periferia de todas esas ciudades, cada estación con un nombre particular que no incluye el nombre del término municipal en el que se encuentra.

Si bien a simple vista es una ciudad monstruosa, con una arquitectura pésima, un aire casi irrespirable, y sin apenas zonas verdes o actividades callejeras lúdicas gratuitas, un examen más minucioso nos revela una urbe vibrante y atractiva para quien sepa mirar. Además de que sus habitantes son considerados mucho más amables y abiertos que el resto de los japoneses; la vida nocturna, la gastronomía y la animación callejera de la ciudad son todas ellas dignas de elogio. Además, la ciudad destaca también, cosa que nunca me cansaré de repetir, por la gran calidad de sus antros raros y personajes estrafalarios. Pero sobretodo, muchas ciudades europeas presumen de centro histórico cuando en realidad lo que tienen son decorados de películas de época salpicados de franquicias estúpidas en los que no vive nadie y que sólo sirven para el disfrute de los turistas idiotas que vienen a la ciudad. Osaka, por su parte, carece totalmente de centro histórico, pero en su lugar dispone de un comercio local de primera calidad, con tiendas de barrio amontonadas entre sí por todas partes, incluso en las zonas más céntricas. Muchas de las cuales venden un sólo producto desde hace decenas de años, otas no han cambiado la decoración en décadas, otrasvenden productos que sólo existen en esa tienda y otras son regentadas por señoras ancianas que ya eran ancianas cuando abrieron el negocio hace más de cuarenta años.

Un segundo atractivo de Osaka, que por lo divertido de sus gentes y por ser el núcleo central de la región con más atractivos turísticos del país podría ser comperada con Sevilla; pero que por la calidad de su gastronomía y por su fealdad en sí sería una especie de Bilbao, es precisamente que sirve como núcleo para descubrir la región rica en historia y en lugares turísticos de Japón: Kansai, con lugares maravillosos como Kyoto, Nara, Koya-san o Himeji y otros que no aparecen en las guías. De esa región, y de todos esos lugares interesantes, hablaremos en próximos reportajes.

miércoles, 18 de febrero de 2009

EL MEJOR MINISTRO DE ECONOMÍA DE LA HISTORIA

Esta semana tocaba artículo sobre los papeos, tema por supuesto interesantísimo, pero no puedo resistirme a la tentación de escribir aunque sea unas líneas sobre mi ministro de Economía, un nuevo motivo de orgullo. Ya sé que me tenéis envidia, mi ministro de economía se taja, y el vuestro o no se taja o bien tiene miedo de hacerlo en público.

El mismo día en que se anunciaba la peor recisión en Japón prácticamente desde que hay registros. Básicamente no creo que sea culpa de este señor y tampoco me alegro de la crisis. El capitalismo es pésimo en todas partes, y como llevo diciendo en el Chino Muerto, la peor amenaza para la raza humana, ahora que Ramoncín ya no se dedica a la música.

Pero mientras el capitalismo occidental, especialmente el que tiene su centro en Londres, y también el norteamericano (y no digamos ya el valenciano), han degenerado hasta convertirse ya en un fenómeno esencialmente especulativo y parasitario; pues no producen nada útil y centran su estrategia en dominar los medios para utilizarlos para convencer a la gente para que deje de practicar actividades que sirven para algo y se dedique simplemente a comprar cosas que carecen totalmente de utilidad, el capitalismo japonés intenta siempre inventar cosas que sirvan de algo, que añadan nuevo positivo a la vida de las personas y que triunfe así en los mercados de todo el mundo.

Se trata de ideas sencillas pero geniales, como por ejemplo de las nuevas consolas de Nintendo, que en vez de centrarse sólamente en juegos incluyen programas educativos que ayudan a las personas a conseguir sus objetivos en la vida, como aprender idiomas, saber las rutas de senderismo que hay en una comarca determinada, superar un complicado examen de acceso a la universiad, aprender a hacer pizzetillas tan bien como el Profeta Azul, o confeccionar sandwiches británicos.

Ideas sencillas y geniales como fabricar coches no más grandes y más ruidosos sino coches que gastan menos gasolina y se estropean menos; duchas en las que te puedes duchar sentado; latas de sake que puede ser comprada en cualquier tienda de la esquina por menos de un euro y bebidas tranquilamente en la calle al volver del trabajo; corrientes de agua medicinal que fluyen por debajo de la tierra a temperaturas elevadas y que salen a la superficie en el centro de la ciudad para que puedas meter tus pies o tu cuerpo entero cuando vas pirulando por la calle muerto de frío; un tren como el Shinkansen que comunica las mayoría de las ciudades importantes del país con la frecuencia y puntualidad de una línea de metro; mi diccionario electrónico inglés-español-japonés al que incluso le puedes dibujar directamente los kanjis y te los traduce; o candados como los de las bicicletas niponas, que van incorporados en el diseño de la bici y que por lo tanto no se quedan amarrados a una farola cuando ésta es robada.

Los capitalistas japoneses invierten gran parte de sus edificios no en comprar coches de empresa como en España ni por supuesto en jets privados como los "nuevos dioses" de las finanzas americanas sino en investigar para crear productos nuevos con los que vender más que sus rivales.

A nadie se le ocurre, por ejemplo, pensar que se va a hacer rico sin trabajar porque su casa va a valer el triple dentro de diez años, así, por arte de magia, que es la idea que parece haber movido a los votantes españoles en los últimos años.

Pero el caso es que debido a la crisis internacional, la economía japonesa se está yendo a pique, pero mientras en Europa y Estados Unidos la crisis se debe simplemente a la avaricia y a la estupidez no sólo de los propios capitalistas sino también de la gente en general, en Japón el problema es que la gente de los otros países ya no tiene pasta para comprar nintendos ni toyotas, así que mientras que el futuro de Europa es el de convertirse en un mero parque temático para los turistas rusos y chinos, en Japón acabarán fabricando productos que puedan servir de algo a quien sea que tenga la pasta en el futuro, por lo que supongo que a la larga les irá mejor.

De cualquier manera, ya se trate de Japón o España, hasta tal punto han degenerado nuestras democracias que resulta irrelevante quién sea el ministro de economía. Da igual que se trate de una tía buena en topless, de un pordiosero que responidera a las preguntas de los periodistas gritando furioso consignas neonazis, o de un tipo que se taje en las reuniones del G7. Aunque los hay, por supuesto, que prefieren a Solbes, yo me quedo sin duda con el tipo que se taja.

Pues ocurre que, el mismo día que se comunican los peores resultados económicos japoneses de la historia moderna, aparece el ministro totalmente doblado en una cumbre internacional de los países más ricos del planeta. Sencillamente genial. Es de esas cosas que hacen a uno sentirse orgullo de haberse vuelto japonés.

Aunque Rie me explicó que desde hace tiempo ya se sabía que ese ministro es aficionado al sake, y que ha aparecido varias veces chumando en ocasiones conmemorativas, la excusa de que había tomado pastillas que le habían hecho efecto al ser mezcladas con el vino de la cena es una excusa tan estúpida y pueril que probablemente sea cierta.

Pero lo importante del caso es que nos permite reflexionar sobre el consumo de alcohol en Japón. El señor Nakagawa pertenece a esa generación de japoneses de 40 o 50 años de edad cuya existencia de lunes a viernes se limita en currar quince horas al día, tajarse a toda velocidad al salir del trabajo, hacer un poco de sueling y volver al trabajo a la mañana siguiente. Es un espectáculo subir a un tren en una ciudad como Osaka a las 7 o las ocho de la tarde, con miles de tipos trajeados haciendo olor a alcohol.

Me estaba dando cuenta que la presencia del alcohol se hace presente en todos los ámbitos. Por ejemplo, en el libro que se estudia en mi escuela para aprender el vocabulario, cada capítulo va dedicado a una temática distinta de la vida cotidiana en Japón, y durante ese capítulo se aprenden las palabras relacionadas con tal o cual tema, como por ejemplo, las tareas domésticas o la cocina, siempre en un tono neutro y más bien amariconado, protagonizado por unos muñecos bastante infantiloides. Pues bien, uno de los capitulos que más sorprende de ese libro es que hay un tema dedicado a las tajas.

Después de varios capitulos anodinos sobre el jardín, la naturaleza y los trenes, los protagonistas organizan una taja en casa. No una fiesta normal en la que entre otras cosas se consuman unas cuantas cervezas sino, una taja de verdad, lo que se dice "beber por beber", beber para tajarse. En ese tema se presenta todo el vocabulario propio de estas ocasionas, e incluso de la mano de uno de los protagonistas, que está apoyado en la barra con cara de encontrarse a punto de vomitar, podemos aprender cómo se dicen en japonés tirar la cerveza al suelo, estar mareado, estar dobaldo, tener resaca, y todo el vocabulario típico de las tajas.

En otra ocasión, en la clase de gramática, entre las típicas frases solo para aprender que aparecen en el manual que estudiamos a diario, frases del tipo: "Matsumotosan da un CD a Tanakasan". "Tanakasan recibe un CD de Matsumotosan", etcétera, descubro que no sólo el ministro de economía, sino también el Matsumotosan de los ejemplos políticamente correctos también se dobla. Y no sólo eso !se suele beber más de 20 cervezas en cada taja! La frase en cuestión era:

-¿Sólo 20 cervezas? Matsumoto se suele beber más de 20.

Con lo que ya hay dos tipos aparentemente anodinos que de repente me caen bien.

Las siguientes fotos son de la quema de la montaña de Wakakusayama, festival que se celebra cada año en Nara, maravillosa ciudad habitada por ciervos que deambulan libremente por sus jardines públicos, y antigua capital japonesa que cuenta con ocho edificios patrimonio de la Humanidad, a sólo 45 minutos en tren de Osaka. Dentro de poco haré un reportaje sobre mi Comunidad Autónoma, sin duda una de las mejores del mundo.



lunes, 2 de febrero de 2009

PAPEOS EN JAPÓN (PRIMERA PARTE)

Ningún blog sobre Japón que se precie puede dejar de hablar sobre los papeos, y de hecho éste es un artículo que tenía pensado escribir desde que llegué a este país, pero que hasta ahora no me había animado a hacer por la gran cantidad de cosas interesantes que he ido descubriendo desde que llegue. No obstante, como últimamente percibo bastante interés al respecto por parte de los lectores, y además es un asunto que me apasiona, una fotito de esas maravillosas latas de sake que se venden en cualquier tienda de conveniencia de Japón (en realidad se trata de botellas de vidrio con forma de lata, pero para el caso es lo mismo). Mi último descubrimento es que en las tiendas de todo a 100 yenes también venden latas de este tipo, y pese la calidad es discutible el objetivo de todo esto no es más que una taja cómoda, rápida y accesible, por lo tanto bienvenidas son.


También hay que destacar que la cerveza Strong que bebo -porque por el mismo precio de una chela normal taja casi el doble porque tiene 7 grados-, acaba de sacar una versión cero, que paradójicamente no es cero de alcohol sino de azúcar, pues de alcohol es todavía más strong que la anterior, ( ahora 8 grados ). El único pero es que la strong cuesta nueves yenes más, 148 frente a los 139 de la strong normal, y está igual de asquerosa, así que invito a los lectores a que resuelvan esa sencilla ecuación y me digan si me sale más rentable, en cuanto a unidades de alcohol por yen invertido, tajarme con la strong cero o con la strong normal. Entre los acertantes sortearemos una strong. En serio.

Los papeos. Parte de la parte de la belleza de un viaje a Japón es la calidad de sus papeos. Y no sólo es un placer la gran cantidad de sabores y texturas inimaginadas que se van descubriendo en cada momento (de hecho hay veces que ni siquiera sabes si lo que estas comiendo es carne, pescado o verdura, pero siempre está todo de maravilla). Otro de los grandes placeres es la gran variedad y calidad de tugurios es los que estos papeos son degustados. Mucha gente tendrá la imagen de Japón como un país elegante y refinado. Lo que nadie se imagina es que en realidad los sitios de papeo y chumeo de Japón, por lo menos en Osaka, son en su mayoría auténticos antros.

Como ejemplo, uno de mis barrios preferidos de la ciudad, el de Tusruhashi (鶴橋). Ese lugar destaca porque, al haber dos estaciones de tren una encima de otra, (cosa por otro lado absolutamente normal en Osaka), resulta que entre ellas, en especial debajo de las vías de tren, se entrecruzan innumerables pasillos estrechos y oscuros llenos de restaurantes y tiendas de comida coreana apretujados los unos contra otros; unos pasillos que harían parecer al zoco de la más caótica ciudad egicpcia o jordana el más refinado centro comercial parisino. Como una de las especialidades de los coreanos es la carne a la parrilla (puesta a macerar con antelación en una maravillosa salsa dulzona, típica de ese país), la estación de tren de Tsuruhashi, a la hora de la comida y de la cena siempre huele a carne a la brasa, es probablemente la estación del tren que mejor huele de todo el mundo.

Todas las tardes paso por esa estación, con los auriculares puestos y la radio a todo volumen para protegerme del bombardeo acústico innecesario al que son sometidos los usuarios de los trenes japoneseses, y con los ojos fijos en mi libreta podrida para estudiar el complicado vocabulario japonés, en gran parte de origen chino. Aún así, sólo por el olor, adivino siempre cúando estoy pasando por Tsuruhashi. Sólo me imagino algo parecido. Una estación de tren en Italia que estuviera llena (o rodeada) de pizzerías al forno de legna, o algo así en Segovia o Arévalo con respecto al cochinillo. Tsuruhashi: la única estación de tren a la que apetece darle bocados: .

Por cierto, hablando de papeos coreanos, otra especialidad de ese país pero que tiene gran difusión en Japón: el nabe. Se trata de una cazuela (eso es lo que nabe significa) que se queda hirviendo en el centro de la mesa y a ella se van arrojando cosas (verdura, carne, especias), que luego cada persona va recogiendo con palillos y llevándose directamente del plato a la boca. La foto corresponde a un nabe en casa de Ri, uno de los mejores nabes que he probado hasta ahora.



Volviendo al tema de los antros estrechos, valga este par de fotografías para ilustrar el tema.




Se trata de un ejemplo extremo, pero ni mucho menos aislado (de hecho sitios como este están por todas partes, en especial dentro de las estaciones de tren), en el que por falta de espacio incluso las puertas han sido suprimidas y las paredes sustituidas por cortinas que aseguran un mínimo de privacidad en medio del maremágnum. Por cierto, dentro de las estaciones de tren, como se aprecia ligeramente en la fotografía, peatones circulan por la izquierda y a toda velocidad, con lo cual a veces meterte en un antro de este tipo o cambiar de sentido porque sí es tan complicado como cuando vas en coche. De hecho, al describir trayectorias aparentemente absurdas y hacer paradas inesperadas suelo porvocar choques entre los que vienen detrás de mí, cosa que Rie siempre me recrimina pero quie me cuesta evitar.

Aunque en la mayoría de los restaurantes sí que puedes sentarte, la amplitud suele ser parecida al de la fotografía. Además, la cocina y la barra no están separadas sino que forman un espacio único, de reducido tamaño, justo delante de los comensales, que pueden contemplar perfectamente como su comida es preparada delante de sus narices.

Nada comparable en las noches de invierno a meterse en un cualquier antro de Osaka y disfrutar por un precio siempre asequible de la maravillosa cocina japonesa, que se sirve casi hirviendo y que se acompaña en todos los casos de vasos de agua fresquita o té caliente; los cuales, a su vez, se ofrecen gratuitamente (no como esos restaurantes españoles ladrones que parece que vivan de las bebidas que venden a precios abusivos).

Además, la variedad y riqueza de la comida de este país es inimaginable. Para los que tengan la imagen estúpida de que en Japón se come sólo pescado crudo, basta decir que la japonesa es considerada como la más variada del mundo. Y no sólo eso, sino que también, como los japoneses son expertos en copiar inventos extranjeros (los palillos japos son una copia de los palillos chinos, pero al acabar en punta, mucho más fáciles de manejar; los teléfonos móviles son un invento finlandes al que los japos añadieron las chorraditas de la cámara, etc. y así sucesivamente...) la mayoría de los más conocidos platos europeos y mundiales están disponibles es Japón a una calidad más que aceptable.

Esa es otra, al contrario que naciones sin apenas cultura propia como la británica, que cuando adaptan comidas extranjeras demuestran siempre una brutal falta de tacto, los japos adaptan la comida extranjera de manera bastante respetuosa. Hace poco comí en un italiano del centro con Rie, y mientras los rascacielos de alrededor eran verdaderas horteradas sin gusto, y la galería comercial subterránea en la que estaba ubicado tenía el suelo empedrado como para hacer creer que se trataba del centro histórico de una ciudad europea, la pizza estaba tan buena como cualquier restaurante de Valencia (y mucho más barata). Y no había ninguna burrada tipo pizza de sushi o de washabi, mientras que los anglosajones han hecho atrocidades no sólo en los países a los que han brutalmente invadido y colonizado, sino también en su propio territorio con ejemplos como la pizza de barbacoa o la de curri. (La única cosa que he encontrado parecida en Japón es el bocadillo de tallarines, pero por ahora sólo lo he visto en alguna estantería aíslada del supermercado y no se lo he visto comer a nadie ).

A diferencia de España, donde los restaurantes ofrecen siempre cierta variedad de comida, cada lugar se especializa en cuatro o cinco variaciones sobre el mismo tema, con lo cual hacen pocas cosas pero muy bien y barato. En la segunda parte del artículo sobre tugurios japones ofreceremos una pequeña descripción de cada uno de los tipos que existen. El único pero de esos lugares es que, mientras la calidad es generalmente altísima, la cantidad suele ser bastante justa, como el precio es reducido siempre puedes pedir el doble para disfrutar de verdad y reventar como un cerdo.


El sandwich británico japonés. Aunque aún falta la opinión del Pordiosero, lo que podemos decir por el momento es que, como esos acertijos zen aparentemente indescifrables cuya solución proporciona el estado de "iluminación", el sandwich japonés, como se aprecia en la imagen, carece de principio y de fin y es, por lo tanto, ilimitado y anterior y posterior al universo. ( Y además el precio es más ajustado que su equivalente europeo.)

El helado de té verde amargo (抹茶), también participa en la expresión de los conceptos originales de la filosofía oriental, con un sabor infinitesimalmente dulce, que combinado con el sabor amargo del té verde, provoca constantemente el apetito sin llegar a saciarlo nunca, lo cual es la mayor metáfora del universo que se haya inventado nunca.

lunes, 26 de enero de 2009

EN BICICLETA POR OSAKA Y EXCURSIONES CON VIEJOS.

En muchos aspectos, quizás demasiados, Japón es un paraíso retrógrado en el que se cumplen combinadamente los sueños de todos los tipos de personajes de derechas que existen en el mundo, con una jornada laboral de 65 horas semanales que se practica desde hace varios siglos hasta la actualidad sin apenas oposición significativa (el sueño de las élites de Bruselas y también de más de un empresario español); con los escolares del país separados por sexos y las colegialas vestidas con faldas dignas de una película X (el sueño de los puritanos salidos carcas); y con un urbanismo sin ley que permite construir practicamente cualquier tipo de edificio en cualquier sitio, de manera que al final todo el territorio se ha convertido en una especie de Benidorm en agosto pero durante todo el año, sin playa, y a una escala muchísimo mayor, o lo que es decir, el sueño de todos los Zaplanas que deambulan por lo que queda de este planeta con la intención de venderlo al mejor postor.


En otros aspectos, sin embargo, Japón es significativamente un país más avanzado que el nuestro, particularmente en lo que se refiere a la organización del transporte de las personas. De hecho, en este país la preferencia la tiene siempre el medio de transporte más débil y ecológico, justo lo contrario que ocurre en España, donde el estatus social depende exclusivamente del tamaño del auto. Antes de venir a Japón estaba espantado por una información que me dio Rie según la cual en muchas calles no hay ni siquiera aceras. Pero lo cierto es que el motivo de que no haya aceras es que no hace falta porque los coches son escasos y van despacísimo. Ir en bicicleta es un verdadero placer: no te juegas la vida como en España y el único riesgo que corres es el de que te salga otra bicicleta sin mirar y pegártela con otra bicleta.

La foto que se ve a continuación, por ejemplo, es la calle en la que vivo un día laborable a las 9 y media de la mañana. Como podéis ver, no hay ningún coche. El edificio de la izquierda es el lugar en donde vivo. El del fondo es la famosa fábrica de pan por causa de la cual mi barrio huele siempre a pan recién hecho por las mañanas. Ojalá haya un incendio algún día para que el olor a pan se convierta en olor a tostadas, que realmente es lo que apetece a esas horas.




Todo el mundo pirula en bicleta por Japón, incluyendo a los empresarios y a las personas mayores. De hecho incluso, los pordioseros tienen su propia bicicleta. Todas las mañanas, cuando salgo con tranquilidad y alegría a la calle a pasear jovialmente en bicicleta como Heidi, saludo a la anciana que vive en esta vivienda que se ve en la imagen y que cuando hace frío se hace una hoguerita en la puerta de su casa y se sienta allí mismo a pasar tranquilamente la mañana. Cuando no hace frío, la venerable anciana se monta en su preciada bici y sale a recoger objetos con los cuales ampliar su ya suficientemente hermoso hogar, que quizás algún día se transforme en un emblemático rascacielos de la ciudad.


Hablando de tipos venerables, ahora que ya he encontrado y enviado a España cierto regalo que me pidió una amiga, dispongo otra vez de tiempo libre para disfrutar de la bicicleta que me regaló el venerable señor Go. Es la peor bicicleta de todo el Japón y me siento orgulloso de ella. En la foto no se aprecia bien lo pésima que es, pero es tan mala que cuando voy a cogerla para ir a clase por las mañanas y ha llovido un poco por la noche, el sillín del resto de las bicletas de la fila en la que está aparcada mi bicicleta está seco, mientras que la mía es la única que tiene el sillín mojado.

De la misma manera, últimamente hay días en los que nieva en Osaka aunque la otra parte del cielo está despejado. Pues bien, siempre nieva en la parte de la carretera por la que voy yo, mientras que en el otro lado de la calle hace sol. Y podría continuar hasta mañana. El asiento es incómodo; el pedaleo es tan duro que todas las mañanas, cuando llego a casa, estoy tan cansado como si hubiera corrido el tour de Francia; el diseño es feo feo.

Aunque sea la peor bici de Osaka, le tengo tanto cariño como al resto de los objetos que me han sido regalados desde que llegue a Japón. A veces la gente me regala cosas en las tiendas o en los mueseos simplemente por el hecho de ser guiri. La semana pasada en una licorería me regalaron un calzador de bambú hecho a mano por el propietario de la tienda. Otro día, en un museo en Nara, me regalaron una muñeca hecha también a mano, una fantasmagórica muñeca sin cara pero con pelo de verdad que da un miedo que alucinas, y que atesoro en mi escritorio como siniestro fetiche, para que aleje de mi morada a los espíritus buenos.


La bici se utiliza en Japón para ir a comprar y para ir hasta la estación de tren. Como Osaka es gigantesca y los trenes son privados y hay decenas de compañías distintas, a veces no hay conexión entre las diferentes líneas o sale más caro el transbordo porque al tratarse de dos empresas diferentes hay que pagar dos veces, con lo cual la estación que más nos conviene no es necesariamente la más cercana, sino una que puede estar perfectamente a 40 minutos andando y 10 en bici. Entonces lo que se hace es ir en bici hasta esa estación. En hora punta es particularmente difícil encontrar un sitio en el que aparcar cerca de las estaciones y se forman auténticos enjambres de bicicletas aparcadas. Yo, como madrugo mucho menos que los japoneses, cuando llego nunca hay sitio, y lo que hago es aparcar en la puerta de un supermercado un poco más lejos.

Es uno de los mayores placeres que he experimentado desde que llegué a Japón, aparte de la comida. Dejas la bici en la calle a las 10 de la mañana, subes al tren que te lleva al centro, en el centro te encuentras con tu novia, coges otro tren para irte con ella de excursión a Kyoto o a Nara, subes varias montañas, visitas templos, te tajas, te metes en un onsen, haces un montón de cosas, y finalmente vuelves en tren al centro de Osaka, y desde el centro vuelves a tu barrio a las doce de la noche pensando que probablemente tu bicicleta estará donde la dejaste, en la calle, en la puerta del supermercado. Y efectivamente, siempre está.


Como decía, pese a todas las cosas que se le puedan reprochar, Japón comprendió hace muchas décadas algo que todavía parece que en España a nadie se le ha ocurrido pensar: que es mejor ahorrar energía que robarla o que agotar todos los recursos del planeta. De manera que a sin renunciar a su estilo ultracapitalista en Japón no se ven los dispendios energéticos que se ven en otros países, y por ejemplo los automóviles japos, que además sólo son utilizados para salir de excursión los fines de semana, son los más eficientes del mundo, y por eso han ganado a los coches yankees y ahora los yanquis están casi arruinados y Detroit es una urbe en decadencia. Al contrario que en Inglaterra, donde entras en una casa en invierno y estás a 40 grados y te tienes que desnudar, en Japón sólo se calientan las habitaciones y no las zonas comunes, y eso que el invierno es frío de verdad.

Junto con la bicicleta, el rey del transporte en Japón es por supuesto el ferrocarril. Los de larga distancia tienen precios prohibitivos, pero los de cercanías son una gozada. Llegan a todas partes de manera rápida y puntual. Están perfectamente sincronizados, con trenes normales, expresos, semiexpresos, superexpresos etcétera, que son trenes que paran sólo en algunas de la estaciones o en casi ninguna, y que al principio son un lío pero cuando los comprendes resultan de gran eficacia. El funcionamiento de estos trenes es perfecto, pues si los trenes normales se retrasan no dejan pasar a los demás trenes, de manera que cuando hay retrasos toda la red se desbarajusta (los retrasos suelen ser porque algún idiota en coche o en bici se queda atrapado en las vías en algún paso a nivel). Por ejemplo, cuando viajamos a la península de Kii Hanto, yendo desde un pueblo a otro en una zona semidespoblada del país en un tren patatero, un accidente en Kobe, a más de 600 kilómetros de distancia, provocó un retraso de 11 minutosen el tren que íbamos.

El único problema de los trenes japos es el constante bombardeo acústico indiscriminado de informaciones innecesarias, pero eso es una constante en este país a todos los niveles. Hasta dentro de un centro comercial para pijos, en la sección de informática o alta costura, a veces aparece sale un tipo con un megáfono y empieza a berrear las últimas ofertas casi al oido del consumidor.

Pero lo mejor de los cercanías son sin duda las excursiones con viejos. A ver cuando se enteran de una vez los alelados de Renfe, tanto que hablan del turismo rural. Todos los fines de semana organizan una ruta de senderismo por un pueblo diferente. La ruta es gratuita pero el transporte hasta la estación de partida de la ruta no lo es, con lo cual la compañía sale también beneficiada. Lo bueno de la ruta es que los jóvenes japoneses prefieren jugar al pachinko o lo que sea y la ruta sólo la hacemos Rie y yo con personas mayores. Por cierto, lo del pachinko cada vez me hace más gracia, es un término que al Profeta le encantaría. Son una especie de tragaperras ruidoso y lleno de lucecitas que sólo existe en Japón y que está por todas partes. Aunque todo el mundo se queja de la crisis, todas las mañanas, cuando voy a clase, siempre hay una fila de tipos esperando que abran el pachinko para echar unas partiditas. El pachinko es un término que se utiliza para desprestigiar a alguien como si fuera un pordiosero. Por ejemplo:

-Estoy muy interesado en la filosofía friega prehelenística.

-Mentira, tú no estás interesado más que en emborracharte por las mañanas y en jugar al Pachinko...

Pero a lo que iba, las rutas de los fines de semana son una gozada sobretodo en invierno. Parece ser que como en invierno casi nadie se apunta, ofrecen como incentivo una degustación de sake y en una destilería local a todos aquellos que completen la ruta (la última era de 11 kilómetros). Nosotros no nos lo creíamos pero hay alcohol japonés frío y caliente a mansalva durante 30 minutos, aunque al último casi no llegamos a tiempo porque los viejos corren que se las pelan y llegaron antes y se lo bebieron casi todo, qué cerdos, se llevan sus tapitas de casa y sus bolsitas de patatas fritas de casa para acompañar el saque gratuito, afortumadamente en los menos de 10 minutos que pasaron desde que llegué hasta que se acabó el sake me pude tajar, pues soy experto en degustaciones.

Para terminar, que nadie piense que me dedico a tajarme todo el día sin hacer nada. Como he pasado del grupo de los imbéciles al de los medio imbéciles ahora estoy en clase con tipos que llevan el doble o el triple de tiempo en Japón que yo y que como además son chinos entienden la los carácteres chinos del japonés sin esfuerzo. Para no ser el Terillas de clase, estoy estudiando a tope y desde hace unas semanas cada día me aprendo más o menos 100 palabras de memoria, una barbaridad. Sin embargo, los fines de semana son sublimes, cada vez me gusta más Osaka. Es una mezla entre Sevilla y Bilbao pero en japonés. Otra semana os explicaré por qué. Por cierto, esta semana he descubierto con alegría que mi amigo taiwanés, el venerable señor Ko (no confundir con elvenerable Go de la bicicletas), es seguidor del Che. Y todas las semanas, cuando vuelvo de la biblio, paso por la puerta del consulado yanqui en Osaka, y esta semana había una mani en la puerta para protestar por lo de Palestina. Así que ni siquiera en este rincón del mundo está todo perdido...